¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes de la 6ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 3,23a; 4, 1-15. 25
El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: «He procreado un varón, con la ayuda del Señor.» Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín. Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor.
Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza.
El Señor le dijo: « ¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo.»
Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera.» Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Entonces el Señor preguntó a Caín: « ¿Dónde está tu hermano Abel?»
«No lo sé», respondió Caín. « ¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?»
Pero el Señor le replicó: « ¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo. Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. Cuando lo cultives, no te dará más su fruto, y andarás por la tierra errante y vagabundo.»
Caín respondió al Señor: «Mi castigo es demasiado grande para poder sobrellevarlo. Hoy me arrojas lejos del suelo fértil; yo tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la tierra errante y vagabundo, y el primero que me salga al paso me matará.»
«Si es así, le dijo el Señor, el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces.» Y el Señor puso una marca a Caín, para que al encontrarse con él, nadie se atreviera a matarlo.
Adán se unió a su mujer, y ella tuvo un hijo, al que puso el nombre de Set, diciendo: «Dios me dio otro descendiente en lugar de Abel, porque Caín lo mató.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 49, 1y 8. 16b-17. 20-21 (R.:14a)
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!» R.
« ¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras? R.
Te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.
Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 8, 11-13
En aquel tiempo:
Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo.»
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Partiendo de un relato primitivo que hablaba del origen de los quenitas, el autor del Génesis nos habla de la violenta conducta humana en los comienzos de la historia. La consecuencia del pecado de Adán y Eva no se hizo esperar: se rompe la armonía de relaciones con Dios y entre los mismos seres humanos. El deterioro de la humanidad se pone de manifiesto.
- La vida agrícola y pastoril representada por Caín y Abel, simbolizan dos tipos diversos de vida humana. Unidos como hermanos pero diferentes en su profesión, en sus manifestaciones cúlticas, en sus actitudes. Caín no acepta que las ofrendas de su hermano al Señor sean más gratas que las suyas y se enfurece contra él.
- El pecado acecha agazapado y se puede apoderar del hombre en cualquier momento. Caín puede dominarlo, pero, al no aceptar al hermano, será el pecado el que se apodere de él; así se comete el primer fratricidio de la historia. El odio, nacido de la envidia, ha ocasionado la ruptura de la hermandad humana. El intento de querer ser como dioses hace que no podamos soportar al que está al lado, aunque éste sea nuestro hermano de sangre.
- Dios pide cuentas, le interesa la justicia entre los hombres. La sangre inocente grita y el Señor no puede dejar de escuchar. Por eso Caín es maldecido y se le impone el destierro; la misma tierra, el suelo que él cultivó, también sufre las consecuencias de la sangre derramada: se lo maldice, se le niega su fuerza maternal. El mundo se convierte así en el espacio de su infructífero y vano vagar. Y, a pesar del fratricidio, Caín sigue con vida; Dios nunca destruye al hombre sino que siempre cuida de él a tal punto que prohíbe terminantemente la venganza.
***
- Los milagros de Jesús no son realizados para asombrar a la pobre gente, sino para mostrarles que la gran noticia es realmente su liberación total. Por eso los milagros se refieren siempre a la liberación del hombre: de la enfermedad, de la muerte, de la opresión.
- Por el contrario, los fariseos insisten mucho sobre los aspectos triunfalistas del futuro Mesías. Desde aquí se comprende la pretensión de los fariseos al reclamar un signo del cielo. Exigen que Dios dé directamente una prueba de la mesianidad de Jesús. Como representantes de la religión, deben pronunciarse, y quieren apoyar su opinión en hechos irrefutables.
- Jesús se encuentra entre la indignación y el estupor. No habrá más signo que su propia vida. Este es el gesto que manifiesta que Dios actúa: la vida del Nazareno. No se dará otro signo que la obediencia del Hijo, una vida vivida absolutamente bajo la inspiración del Espíritu. Su vida habla por sí misma y es la más válida demostración. Estos son los signos de los tiempos: un hombre que ama hasta el extremo, que habla de perdón y lo realiza en gestos hasta el punto de dar su vida; un hombre que de cara al creador en su oración lo llama «Abba- papito».
- El signo de salvación que Dios da es la vida entregada de su Hijo Predilecto, que llega hasta las últimas consecuencias del amor. Signo para nosotros debe ser la comunidad reunida, la palabra proclamada, el pan y el vino de la Eucaristía, la gracia del perdón, la entrega de muchos por los más pobres y necesitados. Signo para el pueblo será hoy nuestra vida de hombres serenos y esperanzados ante las dificultades, nuestra constancia en buscar el bien a costa muchas veces de renuncias, nuestra fidelidad a la llamada recibida desde la vida vivida en clave misionera, nuestra apertura y capacidad de comprensión ante los errores y pecados de los otros.
- Siempre ha existido y existirá la tentación «farisaica» de buscar y ofrecer señales asombrosas, que hagan callar a los adversarios. Esta tentación llega casi siempre en momentos críticos de decadencia de la fe: no teniendo que ofrecer a los otros testimonios vivos y reales, se intenta seguir presentes a través de fenómenos sobrenaturales, muy lejos del espíritu de los milagros de Jesús, y muy cerca de los resultados que buscan los medios de comunicación y la propaganda.
- Jesús, el Hijo de Dios, se manifiesta de manera discreta en medio de nuestra vida y ha elegido precisamente lo débil para confundir a los poderosos. La fe en Jesús, en Dios, no se compra, no se condiciona, no se somete a juicios humanos de convalidación. Es don, y los dones se piden y reciben sencillamente como gracia.
PARA DISCERNIR
- ¿Ando buscando signos para hacer crecer mi fe?
- ¿Qué signos pido?
- ¿Qué signos doy?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero descubrirte y manifestarte Señor
ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral
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