¡Amor y paz!
Los invito hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este domingo en que celebramos la solemnidad de los Santísimos Cuerpo y Sangre de Cristo,
Dios nos bendice...
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 11b-17
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los
que tenían necesidad de ser curados.
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.»
Él les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.
Guía para la lectura
Después del tiempo pascual que culminó con el envío del Espíritu en la fiesta de Pentecostés y la celebración de la Solemnidad de la Santísima Trinidad el domingo pasado, hoy se nos presenta otra fiesta, la del Cuerpo y Sangre de Cristo. El evangelio que la liturgia escoge para hoy no es el de la institución de la Eucaristía, sino la multiplicación de los panes, que tiene muchos elementos que evocan la cena eucarística.
Podemos distinguir tres partes en el texto, los vv. 11-12 que muestran la situación inicial de Jesús con la gente y la propuesta de los doce de invitar a la gente que se vaya para encontrar alojamiento y comida. Luego (vv.13-14a) la propuesta de Jesús que sean los discípulos quienes den de comer a la multitud y la constatación de la dificultad. Finalmente (vv. 14b-17) la resolución de la dificultad por la multiplicación de los panes por parte de Jesús.
El texto comienza mostrando actitudes típicas del ministerio de Jesús: acoge a la gente, anuncia el Reino de Dios y cura las enfermedades (v. 11). Jesús se toma tiempo para anunciar el reino “les hablaba”, y también para atender las necesidades “curaba”. Los discípulos que ven a Jesús atender a las necesidades, también aprenden a cuidar de la gente y al llegar la noche quieren que no se queden sin comida y cobijo y le dicen a Jesús que despida a la gente para que lo encuentren.
La respuesta de Jesús es desconcertante: “Denles ustedes de comer” (v.13). Están en un lugar deshabitado, no tienen más que cinco panes y dos peces, ¿cómo pueden darles de comer? Tal vez Jesús con ese mandato: “Denles ustedes de comer” se estaba anticipando a lo que los discípulos tendrían que hacer luego de la pascua del Señor, cuando deberían multiplicar el pan de la palabra y repartir el pan del cuerpo del Señor. De hecho los discípulos terminarán haciendo lo que Jesús les había dicho, pues si bien es Jesús quien multiplica los panes, se los da a sus discípulos para que sean ellos quienes lo repartan (v. 16).
Luego de la dificultad que le presentan los discípulos, Jesús vuelve a tomar la iniciativa, pero hace participar a sus discípulos de lo que él hace: Jesús hace que sus discípulos acomoden a la gente en pequeños grupos y les da el pan para que ellos lo repartan. Se ve con claridad que Jesús hace a sus discípulos colaboradores de su obra.
Las palabras que describen lo que Jesús hace con el pan y los pescados: “tomó” “bendijo”, “los partió”, “los dio” evocan con claridad la institución eucarística (ver Lc 22,19ss) de modo que todo el relato, más allá del milagro de la multiplicación es un signo que remite a la última cena en la que Jesús se queda como pan partido y sangre derramada y manda a sus discípulos hacerlo presente: “hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19).
Arzobispado de Buenos Aires
Vicaría de Pastoral
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