¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en
este martes en que celebramos la fiesta de la Dedicación de la
Basílica de Letrán.
Dios nos bendice..Libro de Ezequiel 47,1-2.8-9.12.
Un
ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del
umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba
hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa,
al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta
septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta
exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado
derecho.
Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el
sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las
hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los
seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque
cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida
en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán
árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se
agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua
sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio".
Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.
El
Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Libro de Ezequiel
47,1-2.8-9.12.
Un
ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del
umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba
hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa,
al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta
septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta
exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado
derecho.
Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el
sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las
hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los
seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque
cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida
en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán
árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se
agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua
sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de
remedio".
Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.
El
Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Un ángel
me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de
la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el
oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur
del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta
septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta
exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado
derecho.
Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el
sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las
hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los
seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque
cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida
en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán
árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se
agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua
sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de
remedio".
Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.
El
Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Evangelio según San Juan 2,13-22.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús
subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes,
ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del
Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los
cambistas, derribó sus mesas
y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto
de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la
Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo
nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en
tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios
cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en
tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos
recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra
que había pronunciado.
Extraído
de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Comentario
El Templo santo: el Cuerpo
de Cristo
«El
Señor los echó a todos del Templo.» El apóstol Pablo dice: «El templo de Dios
es santo y ese templo sois vosotros» (1Co 3,17), es decir, todos los que creéis
enCristo y o creéis hasta elpunto de amarle... Todos los que lo creen son
piedras vivas sobre las que se edifica el templo de Dios (1P 2,5); son como
esta madera que no se corrompe con la que ha sido construida el arca que ni el
diluvio pudo sumergir (Gn 6,14).
Ese
templo, el pueblo de Dios, los mismos hombres, son el lugar donde Dios escucha
al que le ora. Los que oran a Dios fuera de ese templo no serán escuchados para
llegar a la paz de la Jerusalén de arriba, aunque si pueden serlo para ciertos
bienes materiales que Dios concede también a los paganos...
Pero
es cosa muy distinta ser escuchado en lo que concierne a la vida eterna, esto
no se concede más que a los que oran en el templo de Dios. Porque el que ora en
el templo de Dios ora dentro la paz de la Iglesia, en la unidad del Cuerpo de
Cristo, porque el Cuerpo de Cristo está constituido por la multitud de
creyentes repartidos sobre toda la tierra... Y el que ora dentro la paz de la
Iglesia ora «en espíritu y verdad» (Jn 4, 23); el Templo antiguo no era más que
un símbolo. En efecto, era para instruirnos que el Señor echó del Templo a esos
hombres que no buscaban más que su propio interés, que no iban a él más que
para comprar y vender.
Si
este Templo tuvo que soportar esta purificación, es evidente que también el
Cuerpo de Cristo, el templo verdadero, entre los que oran se mezclan
compradores y vendedores, es decir, unos hombres que no buscan más que «sus
propios intereses y no los de Cristo Jesús» (Flp 2,21)... Tiempo vendrá en que
el Señor sacará fuera todos estos pecados.
San Agustín
(354-430) / Obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón
sobre el salmo 130, § 1-2
Evangeliodeldia.org
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