¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este domingo en que celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. Ahora sí concluye el tiempo litúrgico de Navidad y mañana comienza el Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
PRIMERA LECTURA: Isaías 55, 1-11
SALMO RESPONSORIAL: Salmo Leemos Isaías 12, 2-6
SEGUNDA LECTURA: 1 Juan 5, 1-9
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Marcos 1, 7-11
7 Él anunciaba con voz potente al pueblo lo siguiente: “Después de mí viene alguien que es más importante que yo, y no merezco agacharme y desatar las correas de sus sandalias. 8 Yo los bautizo con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo”.
9 Y sucedió en aquel momento que Jesús vino desde Nazaret y fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. 10 Cuando Jesús salía del agua, inmediatamente vio el cielo abierto y el Espíritu de Dios que bajaba como una paloma sobre Él. 11 Y se escuchó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado y me das mucha alegría”.
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
El evangelista Marcos comienza su “Buena Noticia” o Evangelio situando a Juan el Bautista en el desierto, recordando lo que ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías (en el Capítulo 40). Vendría un mensajero delante del Señor. Sin embargo, el mensaje que trae el bautista es muy claro y sencillo. Hay que convertirse del mal realizado, hay que pedir perdón por los pecados y hay que bautizarse.
El verbo bautizar significa sumergir, lavar. El bautismo es una inmersión en el agua, que representa la purificación, pero también de vida. El agua siempre ha servido para purificar, en el Antiguo Testamento lo encontramos por ejemplo en el diluvio, donde Dios limpió al mundo contaminado, a través del agua.
El paso del mar Rojo es también visto como una purificación. Y la Ley de Moisés propone muchas formas rituales de purificación con el agua. Algunos de los profetas también anuncian una efusión de agua purificadora del pecado. A veces se caía en un ritualismo exterior, que incluso el mismo Jesús criticó. Lo importante es que la práctica de la limpieza con agua, era común incluso como signo para la pertenencia al pueblo de Israel, sobre todo cuando iba acompañado de un sincero arrepentimiento de los pecados.
Los esenios hacían rituales de bautismo según las escrituras de los historiadores. Y aún los rabinos bautizaban en el río a aquellos que venían de otros grupos fuera del pueblo elegido, para poder incorporarlos plenamente. Tal vez este bautismo de Juan, es más comparable a lo que estamos recordando, introducir verdaderamente al pueblo de Dios, aún a aquellos que perteneciendo por raza, habían despreciado los mandamientos y habían pecado. Pero lo elementos que aparecen en el texto son interesantes: Juan estaba en el desierto, que recordaba los 40 años de purificación del pueblo al salir de Egipto para llegar a la Tierra Prometida. Iba hasta el río Jordán a predicar, que fue el río por donde pasó Josué para recibir la herencia. Es decir son muchos elementos unidos, para recordarnos toda la historia de la Salvación anterior. Sin embargo, Juan mismo dice que él está realizando un bautismo preparatorio para el verdadero que vendrá con el Mesías. Sobre todo cuando aclara, yo bautizo con agua, pero el que viene detrás de mí bautizará con el Espíritu Santo (es decir, que la “limpieza” será definitiva, ya no material y externa, sino espiritual e interior).
Marcos presenta un escrito muy simple para detallar este momento, pero al igual que los otros sinópticos indica que la vida pública de Jesús comienza en el momento en que se presentó para ser bautizado por Juan.
Si hiciéramos un repaso de la vida de Jesús podemos decir que sus grandes momentos son:
1. Engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo
2. Su nacimiento en Belén
3. Adoración de los Magos
4. Presentación en el Templo
5. Huída a Egipto
6. Regreso de Egipto
7. Peregrinación a Jerusalén con sus Padres, donde Él se queda enseñando a los maestros de la Ley y tenía doce años.
Desde ese momento, en que tenía doce años según el evangelista Lucas, no hemos vuelto a saber nada, hasta este momento que el mismo Lucas nos dice que tenía treinta. Ese tiempo desde los doce años hasta los treinta lo conocemos como la vida privada de Jesús.
Ahora comienza entonces su vida pública. Y Posiblemente sea Marcos, el primero que escribe su Evangelio y comienza por este momento, pues es el más significativo. Es tan importante que cuando tuvieron que restituir a Judas Iscariote, para completar el número de los doce apóstoles, Pedro en su discurso dijo que tenía que ser un seguidor de Jesús, es decir un discípulo desde el Bautismo de Juan (puedes ver en Hechos de los Apóstoles 1, 21-22).
El evangelista Marcos narra en sólo tres versículos cortos el Bautismo de Jesús por Juan. Lo primero que queda en claro, es que aparecen las tres personas de la Santísima Trinidad juntas, en un mismo pasaje. El texto más que del Bautismo en sí de Jesús, lo que nos dice es la unidad del único Dios verdadero. El Hijo que desciende al Jordán, el Espíritu Santo que llega directamente sobre Jesús y la voz del Padre, que lo reconoce diciendo “Tú eres mi hijo amado, en el que me complazco”.
Una observación sobre las expresiones: “Vio el cielo abierto y el Espíritu Santo bajando sobre Él como paloma”. Esta expresión es muy antigua, quiere decir “directamente”. El Espíritu de Dios, no es un ser vago o difuso en el cosmos. Él está conjuntamente con el Padre y el Hijo. Al ser la paloma un ave muy “casera” que está siempre en su palomar, lo que quiere referirse el texto es que “como paloma” significa directamente y sin dar vueltas. Y la voz del Padre, voz que se escuchó en la creación, ahora, con Jesús el nuevo Adán, en el que tiene puesta su complacencia, pues es Él quien rehará el plan que Dios tenía reservado para la humanidad desde la eternidad.
Reconstruimos el texto:
1. ¿Cómo comienza este relato?
2. ¿Qué decía Juan sobre sí mismo?
3. ¿Qué decía sobre el que vendría detrás de Él?
4. ¿Juan se siente digno de anunciarlo? ¿Qué expresión usó?
5. Juan bautizaba con agua ¿Con qué bautizará el que viene?
6. ¿Qué hizo Jesús cuando llegó al Jordán?
7. ¿Qué signos se vieron después que salió del agua?
8. ¿Qué significa que el Espíritu Santo bajó sobre Jesús como Paloma?
9. ¿Porqué es importante la voz del Padre sobre su Hijo? ¿A quién representa Jesús?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
1. Te has dado cuenta que en algunas ocasiones los cristianos nos sentimos más seguros y con gran autoridad por conocer de Cristo, incluso a veces tristemente hasta despreciando a los demás ¿Está bien esta actitud?
2. ¿Qué nos diría a nosotros Juan el Bautista cuando nos viera muy orgullosos frente al mundo por ser discípulos de Cristo?
3. ¿Acaso no hemos puesto más fuerza en cosas externas como adornos, vestimentas, edificios… y sobre eso nos vanagloriamos?
4. ¿Qué deberíamos decir hoy ante la presencia de Juan el Bautista? ¿Hacemos el esfuerzo por imitarlo?
5. Jesús es Dios, merece toda la adoración y gloria, y aún así, fue a presentarse para ser bautizado por Juan ¿A qué clase de humildad me invita hoy el Señor? ¿Es posible imitar la humildad del salvador?
6. Volvamos sobre los privilegios que tenemos los cristianos… ¿No será que hacemos demasiado alarde de los privilegios cristianos, y nos olvidamos de ser humildes?
7. ¿Dejamos que el Espíritu Santo venga sobre nosotros? ¿Lo invocamos con frecuencia? ¿Le pedimos que nos asista en todas las actividades de nuestra vida? ¿Somos dóciles a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida? O ¿somos tercos y dejamos que nuestros caprichos manden?
8. ¿Escucho la voz de Dios? ¿Soy consciente que escuchar es también obedecer?
9. ¿Reconozco todos los días de mi vida que Jesús es el salvador y redentor de la humanidad, en la que me incluyo?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Te propongo que como oración tomemos la segunda Lectura de la Primera carta de Juan capítulo 5
5,1: Todo el que cree que Jesús es el Cristo es hijo de Dios y todo el que ama al Padre ama también al Hijo.
5,2: Si amamos a Dios y cumplimos sus mandatos, es señal de que amamos a los hijos de Dios. 5,3: Porque el amor de Dios consiste en cumplir sus mandatos, que no son una carga.
5,4: Todo el que es hijo de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que venció al mundo: nuestra fe.
5,5: ¿Quién vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 5,6: Es el que vino con agua y sangre, Jesucristo: no sólo con agua, sino con agua y sangre. Y el Espíritu, que es la verdad, da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. 5,7: Tres son los testigos: 5,8: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan. 5,9: Si aceptamos el testimonio humano, más convincente es el testimonio de Dios.
Que tu oración sea un frecuente dar gracias por creer y vivir en Jesús y en su Iglesia. Pídele la gracia de una conversión sincera y de esperar su venida.
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Permite que cada día sea consciente de que todo mi pensar, sentir, obrar, deba ir dirigido a la espera de tu llegada
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Él los bautizará con el Espíritu Santo»
(Versículos 8)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Aunque ya conozca el texto desde mucho tiempo, quiero dedicarle mi oración fecunda. ¿A qué me invita? Para demostrar que sí estoy haciendo lo que el Espíritu me impulsa y escucho la voz del Padre, voy a dejar de pensar en mí mismo, para hacer algo por los demás. Una acción concreta, como visitar a un enfermo, a un privado de libertad, o a alguien que lo necesite. Haré una acción que demuestre que sí estoy tomando en serio la voluntad del Señor.
Con tu grupo, vamos a buscar lo que significa sumergirse en el misterio trinitario. Haremos un cartel para la comunidad intentando expresar lo que sentimos al ser cada uno parte de este misterio, al que nos rescató Cristo, y haremos una actividad festiva, que demuestre nuestra alegría cristiana.
Cristonautas.com
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