sábado, 28 de noviembre de 2020

“Estad despiertos en todo tiempo”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado de la 34a semana del tiempo Ordinario, último día del año litúrgico. Mañana será el 1er domingo de Adviento, ciclo B.

Dios nos bendice…

Sábado, 28 de noviembre de 2020

Primera lectura


Lectura del libro del Apocalipsis (22,1-7):

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, un río de agua de vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones. Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto. Y verán su rostro, y su nombre está sobre sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo:
«Estas son palabras fieles y veraces; el Señor, Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Mira, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro».

Palabra del Señor

Salmo
 

Sal 94

R/. Maranatá. ¡Ven, Señor Jesús!

V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

V/. Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R/.

V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que Él guía. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor

Reflexión

¡Qué preciosas las palabras del Apocalipsis que nos ofrece la liturgia de hoy! Llenan de esperanza al más desanimado: “… lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz porque […] el Señor Dios irradiará sobre ellos”. La oración de Completas, que se reza de noche al finalizar la jornada, recoge estas palabras llenas de esperanza. Son casi las últimas de la Biblia; los siguientes versículos hablan de la última y definitiva venida de Cristo. Pero mientras esto acontecerá en el tiempo que Dios tenga previsto, nosotros nos preparamos para una venida intermedia de Dios, su nacimiento de nuevo entre nosotros. Este Dios no se cansa de venir a nuestras vidas y nacer año tras año en nuestro mundo. Mañana iniciamos un tiempo de preparación y esperanza al que llamamos Adviento.

Jesús nos propone hoy que estemos despiertos, que no se nos “embote la mente” con vanidades y superficialidades que no nos ayudan a crecer y que tanto nos asedian estos días en la Navidad comercial, este año afectada por la crisis de la pandemia. Quizá esto sea una oportunidad para vivirla más auténticamente, sin tanto artificio que empañe su sentido.

Estar despierto, vivir el Adviento con capacidad de sorpresa y apertura, especialmente en este año tan difícil que nos ha tocado vivir. Recordar, en lenguaje del Apocalipsis, que llevamos “su nombre en la frente” y que con este sello no hay noche; no hay noche que valga para los que seguimos creyendo en esta Luz que vendrá a nosotros dentro de veinticinco días.

Y como en todo sábado, miramos hoy a nuestra Madre María, protagonista del Adviento, que llena de esperanza supo aguardar la venida de su Hijo y que se mantuvo en pie, delante de la cruz, en el momento de máxima dificultad. ¡Madre de la Esperanza, ruega por nosotros!

¡Feliz Adviento!

Juan Lozano, cmf.
Ciudad Redonda

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