¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este sábado de la 30ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina : Lucas 14,1.7-11
Lectio
Sábado, 31 de octubre de 2020
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad; y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 14,1.7-11
Sucedió que un sábado fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos.
Ellos le estaban observando.
Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
«Cuando alguien te invite a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea
que haya invitado a otro más distinguido que tú y, viniendo el que os invitó a
ti y a él, te diga: `Deja el sitio a éste', y tengas que ir, avergonzado, a
sentarte en el último puesto. Al contrario, cuando te inviten, vete a sentarte
en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te invitó, te diga:
`Amigo, sube más arriba.' Y esto será un honor para ti delante de todos los que
estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el
que se humille, será ensalzado.»
3) Reflexión
• El contexto. La Palabra de gracia que Jesús revela con su enseñanza
y sus curaciones, corre el riesgo de ser anulada; para Jesús, cada día está más
cerca el hecho de la muerte, como ocurrió a todos los profetas que lo
precedieron. Esta realidad, hacia la que Jesús se dirige, muestra con claridad
el rechazo del hombre y la paciencia de Dios. Rechazando a Jesús como el primer
enviado, como la única Palabra de gracia del Padre, el hombre se acarrea su
propia condenación y cierra la posibilidad que el Padre le había abierto de
acceder a la salvación. Sin embargo, todavía no se ha apagado la esperanza: es
posible que un día reconozca el hombre a Jesús como “aquel” que viene en el
nombre del Señor, lo cual será un motivo de alegría. Por tanto, la conclusión
del cap. 13 de Lucas nos hace comprender que la salvación no es una empresa
humana, sino que sólo puede ser recibida como un don absolutamente gratuito.
Veamos, pues, cómo acontecerá este don de la salvación, teniendo siempre
presente este rechazo de Jesús como enviado único de Dios.
• La invitación al banquete. Ante el peligro de ser obligado a callar,
fue sugerido a Jesús que huyese, y sin embargo acepta la invitación a una
comida. Esta actitud de Jesús hace comprender que él no teme las tentativas de
agresión a su persona, ni siquiera le dan miedo. El que lo invita es “uno de
los jefes de los fariseos”, una persona con autoridad. La invitación tiene
lugar en sábado, un día ideal para las comidas festivas, que normalmente se
tenía hacia mediodía, después que todos habían participado en la liturgia
sinagogal. Durante la comida, los fariseos “lo estaban observando” (v.1): una acción
de control y de vigilancia que hace alusión a la sospecha sobre su
comportamiento. Con otras palabras, lo observaban esperando de él alguna acción
incompatible con la idea que ellos tenían de la ley. Pero a fin de cuentas lo
controlan no tanto para salvaguardar la observancia de la ley, sino para
atraparlo en algún gesto. El sábado, después de haber curado ante los fariseos
y doctores de la lay a un hidrópico, ofrece dos reflexiones sobre cómo hay que
acoger la invitación a la mesa y con qué ánimo hay que hacer la invitación (vv.
12-14).
La primera la llama Lucas “una parábola”, es decir, un ejemplo, un
modelo o enseñanza a seguir. Ante todo, hay que invitar gratuitamente y con
libertad de ánimo. Con frecuencia, los hombres, en vez de esperar la invitación,
se adelantan y se hacen invitar. Para Lucas, el punto de vista de Dios es el
contrario, el de la humildad: “Ha derrocado del trono a los poderosos y ha
ensalzado a los humildes”. La llamada a participar de la “gran cena” del Reino
tiene como éxito la mejora del nivel de vida del que sabe acoger gratuitamente
la invitación a la salvación.
• El último lugar. Es verdad que ceder el propio sitio a los otros no resulta gratificante, sino que puede ser humillante; es una limitación del propio orgullo. Pero resulta más humillante y motivo de vergüenza cuando hay que cambiarse al último lugar; entonces es un deshonor ante los ojos de todos. Por una parte, Lucas piensa en todas las situaciones humillantes y dolorosas en las que el creyente se puede encontrar, y por otra, en el sitio reservado para el que vive estos acontecimientos ante los ojos de Dios y de su reino. Los orgullosos, los que buscan los primeros lugares, los notables, se pavonean de su situación social. Al contrario, cuando Jesús vino a habitar entre nosotros, “no había sitio para él” (2,7) y decidió seguir ocupando un lugar entre la gente humilde y pobre. Por esto Dios lo ha ensalzado. De aquí, la preciosa sugerencia de optar por su misma actitud, escogiendo el último lugar. El lector puede encontrarse incómodo ante estas palabras de Jesús que minan el sentido utilitarista y egoísta de la vida; pero a la larga, su enseñanza se muestra determinante para subir más alto; el camino de la humildad conduce a la gloria.
4) Para la reflexión personal
• En tu relación de amistad con los demás ¿prevalece el cálculo
interesado, la búsqueda de recibir recompensa?
• Al relacionarte con los demás, ¿está tu yo siempre y a toda costa en el centro de la atención, incluso cuando haces algo a favor de los hermanos? ¿Estás dispuesto a dar lo que tú eres?
5) Oración final
Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios? (Sal 42,2-3)
Orden de los Carmelitas
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