miércoles, 30 de septiembre de 2020

«Te seguiré adondequiera que vayas»

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este miércoles de la 26ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

Lectio Divina: Lucas 9, 57-62

 

Lectio

Miércoles, 30 de septiembre de 2020

 

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor.

 

2) Lectura

 

Del Evangelio según Lucas 9,57-62

Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.» También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»

 

3) Reflexión

 

● En el evangelio de hoy sigue el largo y duro camino de Jesús desde la periferia de Galilea hacia la capital. Al salir de Galilea, Jesús entra en Samaria y sigue hacia Jerusalén. Pero no todos le entienden. Muchos le abandonan, porque las exigencias son enormes. Al comienzo de su actividad pastoral, en Galilea, Jesús había llamado a tres: Pedro, Santiago y Juan (Lc 5,8-11). Aquí también en Samaria son tres las personas que se presentan o que son llamadas. En las respuestas de Jesús, emergen las condiciones para poder ser discípulo/a de Jesús.

● Lucas 9,56-58: El primero de los tres nuevos discípulos “Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.” Jesús le dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
A esta primera persona que quiere ser discípulo, Jesús pide que se despoje de todo: no tiene donde reclinar la cabeza, mucho menos tiene que buscar una falsa seguridad donde reclinar el pensamiento de la cabeza.

● Lucas 9,59-60: El segundo de los tres nuevos discípulos. A otro le dice: “Sígueme”. Él respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre.” Le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.” A esta segunda persona llamada por Jesús, Jesús le pide que deje que los muertos entierren a los muertos. Se trata de un dicho popular empleado para decir: deja las cosas del pasado. No pierdas tiempo con lo que ha ocurrido, mira adelante. Tras haber descubierto la vida nueva en Jesús, el discípulo no debe perder tiempo con lo que ha ocurrido.

● Lucas 9,61-62: El tercero de los tres nuevos discípulos. “También otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.” Le dijo Jesús: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.”A esta tercera persona llamada a ser discípulo, Jesús le pide que rompa con los lazos familiares. En otra ocasión había dicho: Aquel que ama a su padre y a su madre más que a mí, no puede ser mi discípulo (Lc 14,26; Mt 10,37). Jesús es más exigente que el profeta Elías quien deja que Eliseo se despida de sus padres (1Re 19,19-21). Significa también romper los lazos nacionalistas de la raza y de la estructura familiar patriarcal. Las exigencias fundamentales que Jesús presenta como condiciones necesarias para aquel o aquella que quiere ser discípulo/a son tres: (a) abandonar los bienes familiares, (b) no apegarse a los bienes que se han tenido y acumulado en el pasado, y (c) cortar con los lazos familiares. En realidad, nadie, aunque lo quiera, puede cortar con los lazos familiares, ni tampoco con lo vivido en el pasado. Lo que se nos pide es saber reintegrar todo (bienes materiales, vida personal y vida familiar) de forma nueva alrededor del nuevo eje que es Jesús y de la Buena Noticia que él nos trae.

● Jesús, él mismo, vivió y se dio cuenta de lo que pedía a sus seguidores. Con su decisión de subir hacia Jerusalén, Jesús revela su proyecto. Su camino hacia Jerusalén (Lc 9,51 a 19,27) está representado como la asunción (Lc 9,51), el éxodo (Lc 9,31) o la travesía (Lc 17,11). Una vez llegado a Jerusalén, Jesús realiza el éxodo, la asunción o la travesía definitiva de este mundo hacia el Padre (Jn 13,1). Solamente una persona realmente libre puede hacerlo, porque un tal éxodo supone entregar la propia vida a los hermanos (Lc 23,44-46; 24,51). Esto es el éxodo, esta es la travesía, la asunción de la que las comunidades tienen que darse cuenta para que el proyecto de Jesús vaya adelante.

 

4) Para la reflexión personal

 

● Compara cada una de estas tres exigencias con tu propia vida.

● ¿Cuáles son los problemas que emergen en tu vida como consecuencia de la decisión que has tomado de seguir a Jesús?

 

5) Oración final

 

Tú me escrutas, Señor, y me conoces;
sabes cuándo me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas. (Sal 139,1-2)

 

Orden de los Carmelitas

martes, 29 de septiembre de 2020

«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este martes en que celebramos la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

 

Dios nos bendice...

 

Lectio Divina: Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Lectio

Martes, 29 de septiembre de 2020

Tiempo Ordinario 

 

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor. 

 

2) Lectura

 

Del Evangelio según Juan 1,47-51
 

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.» Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» 

 

3) Reflexión

 

• El evangelio de hoy nos presenta el diálogo entre Jesús y Natanael, en el que aparece la frase: "En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.” Esta frase ayuda a aclarar algo respecto de los arcángeles.

• Juan 1,47-49: La conversación entre Jesús y Natanael. Fue Felipe que llevó a Natanael hasta Jesús (Jn 1,45-46). Natanael había exclamado: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Natanael era de Caná, que quedaba cerca de Nazaret. Al ver a Natanael, Jesús dice: "¡Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño!" Y afirma que ya le conocía cuando estaba debajo de la higuera. ¿Cómo es que Natanael podía ser un "israelita auténtico" si no aceptaba a Jesús como mesías? Natanael "estaba debajo de la higuera". La higuera era el símbolo de Israel (cf. Mi 4,4; Za 3,10; 1Re 5,5). "Estar debajo de la higuera" era lo mismo que ser fiel al proyecto del Dios de Israel. Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que éstas no concuerdan con el proyecto de Dios. El israelita que no está dispuesto a hacer esta conversión no es no auténtico ni honesto. Esperaba a un mesías de acuerdo con la enseñanza oficial de la época, según la cual el Mesías vendría de Belén en Judea. El Mesías no podía venir de Nazaret, en Galilea (Jn 7,41-42.52). Por esto, Natanael se resistía en aceptar a Jesús como mesías. Pero el encuentro con Jesús le ayudó a percibir que el proyecto de Dios no siempre es como la persona se lo imagina o desea que fuera. Natanael reconoce su engaño, cambia idea, acepta a Jesús como mesías y confiesa: "¡Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!"

• La diversidad del llamado. Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas presentan la llamada de los primeros discípulos de forma mucho más resumida: Jesús pasa por la playa, llama a Pedro y a Andrés. Luego después, llama a Santiago y a Juan (Mc 1,16-20). El evangelio de Juan tiene otra manera de describir el inicio de la primera comunidad que se formó alrededor de Jesús. Trae unas historias bien concretas. Lo que llama la atención es la variedad de los llamados y de los encuentros de las personas entre sí y con Jesús. De este modo, Juan enseña como hay que hacer para iniciar una comunidad. Es a través de los contactos y de invitaciones personales, ¡hasta hoy! A unos Jesús los llama directamente (Jn 1,43). A otros, indirectamente (Jn 1,41-42). Un día, llamó a dos discípulos de Juan Bautista (Jn 1,39). Al día siguiente, llamó a Felipe que, a su vez, llamó a Natanael (Jn 1,45). Ninguna llamada se repite, porque cada persona es diferente. La gente nunca olvida los llamados y los encuentros importantes que marcan su vida. Recuerda hasta el día y la hora (Jn 1,39).

• Juan 1,50-51: Los ángeles de Dios sabiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre. La confesión de Natanael está al comienzo. Quien es fiel, verá el cielo abierto y los ángeles subiendo y bajando sobre el hijo del Hombre. Experimentará que Jesús es la nueva alianza entre Dios y nosotros, seres humanos. Es la realización del sueño de Jacob (Gén 28,10-22).

• Los ángeles subiendo y bajando. Los tres arcángeles: Gabriel, Rafael y Miguel. Gabriel explicaba al profeta Daniel el significado de las visiones (Dan 8,16; 9,21). Fue ese mismo ángel Gabriel el que llevó el mensaje de Dios a Isabel (Lc 1,19) y a María, la madre de Jesús (Lc 1,26). Su nombre significa “Dios es fuerte”. Rafael aparece en el libro de Tobías. Acompañó a Tobías, hijo de Tobit y de Ana, en el viaje y le protegió de todos los peligros. Ayudó a Tobías a que librara a Sara de un mal espíritu y a curar a Tobit, el padre, de la ceguera. Su nombre significa “Dios cura”. Miguel ayudó al profeta Daniel en sus luchas y dificultades (Dan 10,13.21; 12,1). La carta de judas dice que Miguen disputó con el diablo el cuerpo de Moisés (Jd 1,9). Fue Miguel el que venció a satanás, derribándolo del ciego y arrojándolo al infierno (Ap 12,7). Su nombre significa “¡Quién como Dios!” La palabra ángel significa mensajero. Trae un mensaje de Dios. En la Biblia, la naturaleza entera puede ser mensajera de Dios, revelando el amor de Dios por nosotros (Sal 104,4). El ángel puede ser Dios mismo, en cuanto vuelve su rostro hacia nosotros y nos revela su presencia amorosa. 

 

4) Para la reflexión personal

 

• ¿Tuviste ya un encuentro que ha marcado tu vida? ¿Cómo descubriste la llamada de Dios allí?
 

• ¿Te has interesado alguna vez, como Felipe, en llamar a otra persona para que participara de la comunidad? 

 

5) Oración final

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
por haber escuchado las palabras de mi boca.
En presencia de los ángeles tañeré en tu honor,
me postraré en dirección a tu santo Templo. (Sal 138,1-2)

 

Orden de los Carmelitas

 

lunes, 28 de septiembre de 2020

«El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor»

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este lunes de la 26ª semana del tiempo ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

Lectio Divina: Lucas 9,46-50 


Lectio

Lunes, 28 de septiembre de 2020 

Tiempo Ordinario 


1) Oración inicial 


¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor. 


2) Lectura 


Del santo Evangelio según Lucas 9,46-50

Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros.» Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros está por vosotros.» 


3) Reflexión


• El texto se ilumina. Si anteriormente Lucas nos presentaba cómo se reunían los hombres en torno a Jesús para reconocerlo por la fe, para escucharlo y presenciar sus curaciones, ahora se abre una nueva etapa de su itinerario público. La atención a Jesús no monopoliza ya la actitud de la muchedumbre, sino que Jesús se nos presenta como el que poco a poco es quitado a los suyos para ir al Padre. Este itinerario supone el viaje a Jerusalén. Cuando está a punto de emprender este viaje, Jesús les revela el final que le espera (9,22). 


Después se transfigura ante ellos como para indicar el punto de partida de su “éxodo” hacia Jerusalén. Pero inmediatamente después de la experiencia de la luz en el acontecimiento de la transfiguración, Jesús vuelve a anunciar su pasión dejando a los discípulos en la inseguridad y en la turbación. Las palabras de Jesús sobre el hecho de su pasión, “el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”, encuentran la incomprensión de los discípulos (9,45) y un temor silencioso (9,43).

• Jesús toma a un niño. El enigma de la entrega de Jesús desencadena una disputa entre los discípulos sobre a quién le corresponderá el primer puesto. Sin que sea requerido su parecer, Jesús, que como el mismo Dios lee en el corazón, interviene con un gesto simbólico. En primer lugar toma a un niño y lo pone junto a él. Este gesto indica la elección, el privilegio que se recibe en el momento en que uno pasa a ser cristiano (10,21-22). A fin de que este gesto no permanezca sin significado, Jesús continúa con una palabra de explicación: no se enfatiza la “grandeza” del niño, sino la tendencia a la “acogida”. El Señor considera “grande” al que, como el niño, sabe acoger a Dios y a sus mensajeros. La salvación presenta dos aspectos: la elección por parte de Dios simbolizada en el gesto de Jesús acogiendo al niño, y la acogida de Jesús (el Hijo) y de todo hombre por parte del que lo ha enviado, el Padre. El niño encarna a Jesús, y los dos juntos, en la pequeñez y en el sufrimiento, realizan la presencia de Dios (Bovon). Pero estos dos aspectos de la salvación son también indicativos de la fe: en el don de la elección emerge el elemento pasivo, en el servicio, el activo; son dos pilares de la existencia cristiana. Acoger a Dios o a Cristo en la fe tiene como consecuencia acoger totalmente al pequeño por parte del creyente o de la comunidad. El “ser grandes”, sobre lo cual discutían los discípulos, no es una realidad del más allá, sino que mira al momento presente y se expresa en la diaconía del servicio. El amor y la fe vividos realizan dos funciones: somos acogidos por Cristo (toma al niño), y tenemos el don singular de recibirlo (“el que acoge al niño, lo acoge a él y al Padre”, v.48). 


A continuación sigue un breve diálogo entre Jesús y Juan (vv-49-50). Este último discípulo es contado entre los íntimos de Jesús. Al exorcista, que no forma parte del círculo de los íntimos de Jesús, se le confía la misma función que a los discípulos. Es un exorcista que, por una parte, es externo al grupo, pero por la otra, está dentro porque ha entendido el origen cristológico de la fuerza divina que lo asiste (“en tu nombre”). La enseñanza de Jesús es evidente: un grupo cristiano no debe poner obstáculos a la acción misionera de otros grupos. No existen cristianaos más “grandes” que otros, sino que se es “grande” por el hecho de ser cada vez más cristiano. Además, la actividad misionera debe estar al servicio de Dios y no para aumentar la propia notoriedad. Es crucial el inciso sobre el poder de Jesús: se trata de una alusión a la libertad del Espíritu Santo cuya presencia en el seno de la Iglesia es segura, pero puede extenderse más allá de los ministerios constituidos u oficiales. 


4) Para la reflexión personal


• Como creyente, como bautizado, ¿cómo vives tú el éxito y el sufrimiento?

• ¿Qué tipo de “grandeza” vives al servir a la vida y a las personas? ¿Eres capaz de transformar la competitividad en cooperación? 


5) Oración final


Me postraré en dirección a tu santo Templo.
Te doy gracias por tu amor y tu verdad,
pues tu promesa supera a tu renombre.
El día en que grité, me escuchaste,
aumentaste mi vigor interior. (Sal 138,3-4)


Orden de los Carmelitas 

 

domingo, 27 de septiembre de 2020

La parábola de los dos hijos:¡Desobediencia obediente y obediencia desobediente!

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este Domingo 26 del tiempo ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

Lectio Divina: 26º Domingo del Tiempo Ordinario (A)

 

Lectio

Domingo, 27 de septiembre de 2020


Mateo 21,28-32

 

1. Oración inicial

 

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

 

2. Lectura

 

a) Una clave de lectura:

 

Jesús narra un hecho muy frecuente en la vida de familia. Un hijo dice a su padre: "¡Voy!", pero luego no va. Otro hijo le dice: "¡No voy!", pero luego va. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y que den su parecer. Por esto, durante la lectura, prestamos atención para descubrir el punto exacto sobre el cuál quiere Jesús reclamar nuestra atención.

 

b) Una división del texto para ayudar a la lectura:

 

Mat 21, 28-31ª :
La comparación en sí misma
Mat 21, 31b-32: La aplicación de la comparación

 

c) El texto:

 

28-31a: «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: `Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.' Y él respondió: `No quiero', pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: `Voy, Señor', y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» -«El primero»- le dicen.
 

31b-32: Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.

 

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

 

4. Algunas preguntas


para ayudarnos en la reflexión personal.

 

a) ¿Qué punto de esta historia de los dos hijos ha llamado más tu atención?¿Por qué?
 

b) ¿Quiénes son los oyentes a los que Jesús se dirige? ¿Cuál es el motivo que lo ha llevado a proponer esta parábola?
 

c) ¿Cuál es el punto central que Jesús subraya en la conducta de los dos hijos?
 

d) ¿Qué tipo de obediencia recomienda Jesús a través de esta parábola?
 

e) ¿En qué consiste exactamente la precedencia de las prostitutas y de los publicanos respecto a los sacerdotes y a los ancianos?
 

f) Y yo ¿dónde me coloco? ¿ Entre las prostitutas o entre los sacerdotes y ancianos?

 

5. Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

 

a) El contexto en el cual el evangelio de Mateo conserva estas palabras de Jesús (Mateo: capítulos 18-23):

 

* El contexto del evangelio de Mateo en el cual se encuentra esta parábola es el de la tensión y el del peligro. Después del Discurso de la Comunidad (Mt 18, 1-35), Jesús se aleja de la Galilea, atraviesa el Jordán e inicia su último viaje hacia Jerusalén (Mt 19,1). Mucho antes Él había dicho que debía andar a Jerusalén para ser apresado y muerto y después resucitar (Mt 16, 21; 17, 22-23). Pues ahora ha llegado el momento de subir hasta la Capital y afrontar la prisión y la muerte (Mt 20, 17-19).

 

* Habiendo llegado a Jerusalén, Jesús se convierte en motivo de conflicto. Por un lado el pueblo que lo acoge con júbilo (Mt 21, 1-11). Hasta los niños lo acogen cuando, en un gesto profético, expulsa a los vendedores del templo y cura a ciegos y cojos (Mt 21, 12-15) Por el otro lado los sacerdotes y doctores que lo critican. Piden ellos que mande a los niños que cierren su boca (Mt 21, 15-16) La situación es tan tensa, que Jesús debe pasar la noche fuera de la ciudad (Mt 21, 17; cfr Jn 11, 53-54). Mas al día siguiente, muy de mañana, regresa y sobre la calle que lleva al templo maldice a una higuera, símbolo de la ciudad de Jerusalén: árbol sin fruto, sólo con hojas (Mt 21, 18-22). Después entra en el templo y comienza a enseñar al pueblo.

 

* Mientras está hablando al pueblo llegan las autoridades para discutir con Él y Jesús les hace frente uno por uno (Mt 21, 33; 22, 45): los sumos sacerdotes y los ancianos (Mt 21, 23), los fariseos (Mt 21, 45; 22, 41), los discípulos de los fariseos y de los herodianos (Mt 22, 16), los saduceos (Mt 22, 23), los doctores de la ley (Mt 22, 35). Finalmente Jesús hace una larga y durísima denuncia contra los escribas y fariseos (Mt 23, 1-36) y una breve y trágica acusación contra Jerusalén, la ciudad que no se convierte (Mt 23, 37-39). Es en este contexto cargado de tensión y peligroso, cuando Jesús pronuncia la parábola de los dos hijos que estamos meditando.

 

b) Comentario de las palabras de Jesús conservadas por Mateo:

Mateo 21, 28-30 Un ejemplo tomado de la vida familiar

 

* ¿Qué os parece? La pregunta es provocativa. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y den una respuesta. En el contexto en el que se encuentra la parábola, los oyentes invitados a decir su opinión son los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mt 21, 23). Son los mismos que, por miedo del pueblo, no han querido responder a la pregunta sobre el origen del bautismo de Juan el Bautista: si venía del cielo o de la tierra (Mt 21, 24-27). Los mismos que después buscarán un modo de apresarlo (Mt 21, 45-46).

 

* Un hombre tenía dos hijos. Jesús narra el caso de un padre de familia que dice al primer hijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". El joven respondió: "Voy", pero luego no fue. El padre dice la misma cosa al segundo hijo. Este responde: "No voy", pero luego fue. Los oyentes, también ellos padres de familia, debían conocer este hecho por experiencia propia.

 

* ¿Cuál de los dos hijos ha hecho la voluntad del padre? Aquí Jesús termina la parábola aclarando la pregunta inicial. La respuesta de los sacerdotes y de los ancianos surge rápida: ¡El segundo! La respuesta brota pronto porque se trataba de una situación familiar bien conocida y evidente, vivida por ellos mismos en su propia familia y, muy probablemente, practicada por todos ellos (y también por nosotros) cuando eran jóvenes. Así, en la realidad, la repuesta era un juicio, no sobre los dos hijos de la parábola, sino sobre ellos. Respondiendo el segundo, ellos daban un juicio sobre sus propias conductas. Porque, en el pasado, muchas veces habían dicho al padre: "No voy", pero bajo la presión del ambiente o del remordimiento, terminaban por hacer lo que el padre pedía. En la repuesta ellos se muestran como si fuesen hijos obedientes.

 

* Ahora, y en esto consiste exactamente la función o "la trampa" de la parábola: llevar a los oyentes a sentirse comprometidos en la historia, para que, usando como criterio la propia experiencia de vida, hagan un juicio de valor frente a la historia narrada en la parábola. Este juicio funcionará enseguida como clave para aplicar la parábola a la realidad. El mismo procedimiento didáctico se verifica en las parábolas de la viña (Mt 21,41-46) y la de los dos deudores (Lc 7, 40-46).

Mateo 21, 31-32: La aplicación de la parábola

 

* En verdad os digo que las prostitutas y los publicanos os preceden en el Reino de Dios. Usando como clave la respuesta dada por los mismos sacerdotes y ancianos, Jesús aplica la parábola al silencio pecaminoso de sus oyentes de frente al mensaje de Juan Bautista. La respuesta que habían dado se convierte en la sentencia de su misma condena. En línea con esta sentencia los publicanos y las prostitutas son aquéllos, que inicialmente, habían dicho no al padre y que luego habían terminado por hacer la voluntad del padre, porque habían recibido y aceptado el mensaje de Juan Bautista, como proveniente de Dios. Mientras ellos, los sacerdotes y ancianos, son aquéllos, que inicialmente habían dicho  al padre, pero no habían hecho lo que el padre quería, porque no quisieron acptar el mensaje de Juan Bautista, ni siquiera delante de tanta gente que lo aceptaba como mensajero de Dios.

 

* Así, por medio de la parábola, Jesús lo cambia todo: aquéllos que eran considerados transgresores de la ley y condenados por esto, eran en verdad los que habían obedecido a Dios e intentaban recorrer el camino de la justicia, mientras los que se consideraban obedientes a la ley de Dios, eran en verdad los que desobedecían a Dios.

 

* El motivo de este juicio tan severo por parte de Jesús está en el hecho de que las autoridades religiosas, sacerdotes y ancianos, no querían creer que Juan Bautista hubiese venido de parte de Dios. Los publicanos y las prostitutas, por el contrario, lo habían creído. Esto significa que para Jesús la mirada contemplativa – o sea, la capacidad de reconocer la presencia activa de Dios en las personas y en las cosas de la vida – no estaba en los sacerdotes y mucho menos en los jefes, sino en las personas despreciadas como pecadores e impuros. Se puede entender por qué estas autoridades decidieron prender y matar a Jesús, de hecho, "oyendo esta parábola entendieron que Jesús hablaba de ellos" (Mt 21, 45-46).

 

* Quien quisiese aplicar esta parábola hoy, provocaría, probablemente, la misma rabia que Jesús provocó con su conclusión. Hoy sucede lo mismo. Prostitutas, pecadores, pobres, ignorantes, mujeres, niños, laicos, laicas, obreros, indios, negros, presos, homosexuales, enfermos del sida, drogados, divorciados, sacerdotes casados, herejes, ateos, trabajadoras, madres jóvenes, parados, analfabetos, enfermos, es decir, todas las categorías de personas que son por lo general marginadas, como no perteneciente al círculo religioso, estas personas, muchas veces, tienen una mirada más atenta para percibir el camino de la justicia, que la que conseguimos los que vivimos todo el día en la iglesia y formamos parte de la jerarquía religiosa. Por el hecho de que una persona pertenece a una jerarquía religiosa, no por esto posee la mirada pura que permite percibir las cosas de Dios en la vida.

 

Iluminando las palabras de Jesús

 

* Una nueva manera de enseñar al pueblo y de hablar de Dios.
Jesús no era una persona que había estudiado (Jn 7, 15). No había frecuentado, como el apóstol Pablo ( Act 23, 3) la escuela superior de Jerusalén. El provenía del interior, de Nazaret, un pequeño pueblo de la Galilea. Ahora, llegando a Jerusalén, sin pedir permiso a las autoridades, este carpintero de Galilea, había comenzado a enseñar al pueblo ¡en la plaza del templo! Decía cosas nuevas. ¡Hablaba de un modo diverso, divino! El pueblo estaba impresionado por el modo de enseñar de Jesús: "Una nueva doctrina. Enseñada con autoridad. Diferente de los escribas" (Mc 1,22-27). Enseñar era lo que más hacía Jesús, era su costumbre. Muchas veces los evangelistas dicen que Jesús enseñaba. Aunque no siempre dicen el contenido de la enseñanza, no es por que no tuviese interés el contenido, sino porque el contenido aparece no sólo en sus palabras, sino en sus gestos y en la misma manera de comportarse con el pueblo. El contenido nunca está desligado de la persona que lo comunica. La bondad y el amor que aparecen en sus gestos y en su manera de estar con los otros son parte del contenido.

 

* La enseñanza por medio de parábolas
 

Jesús acostumbraba a enseñar por medio de parábolas. Tenía una capacidad extraordinaria de encontrar comparaciones para explicar las cosas de Dios, que no son tan evidentes, a través de cosas sencillas y evidentes de la vida que el pueblo conocía y experimentaba en su lucha cotidiana por sobrevivir. Esto supone dos cosas: estar dentro de las cosas de la vida y estar dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios.
 

Por lo general no explica las parábolas, sino que dice: "¡Quien tenga oídos para oír, que oiga!" O sea: "¡Está bien, habéis oído Ahora tratar de entender!". Por ejemplo, el agricultor que escucha la parábola de la semilla, dice: "La simiente arrojada en el terreno, yo sé qué cosa es. Pero Jesús ha dicho que esto tiene que ver con el Reino de Dios. ¿Qué querrá decir?" Y por aquí se puede imaginar las largas discusiones y conversaciones del pueblo. Una vez un obispo preguntó en la comunidad: "Jesús dice que debemos ser como sal ¿Para qué sirve la sal?" Discutieron y al final la comunidad encontró más de diez usos de la sal. De aquí aplicaron todo a la vida de la comunidad y descubrieron que ser sal es difícil y exigente. ¡La parábola funcionó!


En algunas parábolas suceden cosas que por lo regular no suceden en la vida. Por ejemplo, ¿cuándo se ha visto que un pastor de cien ovejas abandone las noventa y nueve para buscar la única que se ha perdido? (Lc 15,4). ¿Cuándo se ha visto que un padre reciba con una fiesta al hijo disoluto, sin decir siquiera una palabra de recriminación? (Lc 15,20-24) ¿Dónde se ha visto que un samaritano sea mejor que un levita o un sacerdote? (Lc 10,29-37) Así, la parábola empuja a pensar. Lleva a la persona a comprometerse en la historia y a reflexionar sobre sí misma a partir de la propia experiencia de vida y confrotarla con Dios. Hace que nuestra experiencia nos lleve a descubrir que Dios está presente en la cotidianidad de nuestra vida. La parábola es una forma participativa de enseñar, de educar. No de una vez, sino por partes. No hace saber, pero nos inclina a descubrir. La parábola cambia los ojos, convierte a la persona en contemplativa, descubridora de la realidad. ¡Aquí está la novedad de la enseñanza de las parábolas de Jesús, a diferencia de los doctores que enseñaban que Dios se manifestaba sólo en la observancia de la ley. Para Jesús, "el Reino de Dios" no es fruto de la observancia. ¡El Reino de Dios está en medio de vosotros! (Lc 17, 21)

 

6. Salmo 121

 

La mirada contemplativa descubre la presencia de Dios en la 

vida

 

Alzo mis ojos a los montes,
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deja a tu pie resbalar!
¡No duerme tu guardián!
No duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Es tu guardián el Señor
el Señor tu sombra a tu diestra.
De día el sol no te herirá,
tampoco la luna de noche.
El Señor te guarda del mal,
él guarda tu vida.
El Señor guarda tus entradas y salidas,
desde ahora para siempre.

 

7. Oración final

 

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

 

Orden de los Carmelitas