Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este martes de la 3ª semana Cuaresma,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Mateo 18,21-35
Lectio
Martes,
17 de marzo de 2020
Tiempo de Cuaresma
1)
Oración inicial
Señor, que tu gracia no nos abandone, para que,
entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección
continua. Por nuestro Señor.
2)
Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 18,21-35
Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces
tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?»
Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»
«Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: 'Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.' Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: 'Paga lo que debes.' Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: 'Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.' Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
«Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: 'Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.' Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: 'Paga lo que debes.' Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: 'Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.' Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron
mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le
mandó llamar y le dijo: 'Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda
porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero,
del mismo modo que yo me compadecí de ti?' Y encolerizado su señor, le entregó
a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con
vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro
hermano.»
3)
Reflexión
• El Evangelio de hoy habla de la necesidad del perdón.
No es fácil perdonar. Pues ciertas heridas siguen machucando el corazón. Hay
personas que dicen: “Yo perdono pero no olvido” Rencor, tensiones, discusiones,
opiniones diferentes, ofensas, provocaciones dificultan el perdón y la
reconciliación. Vamos a meditar las palabras de Jesús que hablan de
reconciliación (Mt 18,21-22) y que nos traen la parábola del perdón sin límites
(Mt 18,23-35).
• Mateo 18,21-22: ¡Perdonar setenta veces siete! Jesús
había hablado de la importancia del perdón y sobre la necesidad de saber acoger
a los hermanos y a las hermanas para ayudarlos a reconciliarse con la comunidad
(Mt 18,15-20). Ante estas palabras de Jesús, Pedro pregunta: “¿Cuántas veces
tengo que perdonar a los hermanos que pecan contra mí? ¿Hasta setenta veces
siete? ” El número siete indica una perfección. En este caso, era sinónimo de
siempre. Jesús va más lejos de la propuesta de Pedro. Elimina todo y cualquier
límite posible para el perdón: "No te digo siete, sino setenta veces siete.”
O sea, ¡setenta veces siempre! Pues no hay proporción entre el perdón que
recibimos de Dios y el perdón que debemos ofrecer a los hermanos, como nos
enseña la parábola del perdón sin límites.
• La expresión setenta veces siete era una alusión a las
palabras de Lamec que decía: “Y dijo Lamec a sus mujeres: Que un varón mataré
por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec
en verdad setenta veces siete lo será”. (Gen 4,23-24). Jesús quiere invertir el
espiral de violencia que entró en el mundo por la desobediencia de Adán y Eva,
por el asesinato de Abel y Caín y por la venganza de Lamec. Cuando la violencia
desenfrenada se apodera de la vida, todo se deshace y la vida se desintegra.
Surge el Diluvio y aparece la Torre de Babel de la dominación universal (Gen
2,1 a 11,32).
• Mateo18, 23-35: La parábola del perdón sin límite. La
deuda de diez mil talentos valía alrededor de 164 toneladas de oro. La deuda de
cien denarios valía 30 gramos de oro. No existe medio de comparación entre los
dos. Aunque el deudor con mujer e hijos fuesen a trabajar la vida entera, jamás
serían capaces de juntar 164 toneladas de oro. Ante el amor de Dios que perdona
gratuitamente nuestra deuda de 164 toneladas de oro, es nada más que justo el
que nosotros perdonemos al hermano una deuda insignificante de 30 gramos de
oro, ¡setenta veces siempre! ¡El único límite a la gratuidad del perdón de Dios
es nuestra incapacidad de perdonar al hermano! (Mt 18,34; 6,15).
• La comunidad como espacio alternativo de solidaridad y
de fraternidad. La sociedad del Imperio Romano era dura y sin corazón, sin
espacio para los pequeños. Estos buscaban un abrigo para el corazón y no lo
encontraban. Las sinagogas también eran exigentes y no ofrecían un lugar para
ellos. Y en las comunidades cristianas el rigor de algunos en la observancia de
la Ley llevaba dentro de la convivencia los mismos criterios de la sinagoga.
Además de esto, hacia finales del siglo primero, en las comunidades cristianas
comenzaban a aparecer las mismas divisiones que existían en la sociedad entre
rico y pobre (Sant 2,1-9). En vez de ser la comunidad un espacio de acogida,
corría el riesgo de volverse un lugar de condena y de conflictos. Mateo quiere
iluminar las comunidades, para que sean un espacio alternativo de solidaridad y
de fraternidad. Deben ser una Buena Nueva para los pobres.
4)
Para la reflexión personal
• ¿Por qué es tan difícil perdonar?
• En nuestra comunidad, ¿existe un espacio para la
reconciliación? ¿De qué manera?
5)
Oración final
Muéstrame tus caminos, Señor,
enséñame tus sendas.
Guíame fielmente, enséñame,
pues tú eres el Dios que me salva.
En ti espero todo el día,
por tu bondad, Señor. (Sal 25,4-6)
enséñame tus sendas.
Guíame fielmente, enséñame,
pues tú eres el Dios que me salva.
En ti espero todo el día,
por tu bondad, Señor. (Sal 25,4-6)
Orden de los Carmelitas
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