¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este lunes de la 1ª semana de Cuaresma,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Mateo 25,31-46
Lectio
Lunes,
2 de marzo de 2020
Tiempo de Cuaresma
1)
Oración inicial
Conviértenos a Ti, Dios Salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la
celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por
nuestro Señor.
2)
Lectura del Evangelio
Del santo Evangelio según Mateo 25,31-46
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado
de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán
congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los
otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su
derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su
derecha: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis
a mí.' Entonces los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos
forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o
en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: 'En verdad os digo que cuanto
hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.'
Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no
me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me
acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me
visitasteis.' Entonces dirán también éstos: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?'
Y él entonces les responderá: 'En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer
con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán
éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
3)
Reflexión
• El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el nuevo
Moisés. Como Moisés, Jesús promulgó la Ley de Dios. Como la antigua Ley, así la
nueva ley dada por Jesús tiene cinco libros o discursos. El Sermón del Monte
(Mt 5,1 a 7,27), el primer discurso, se abre con las ocho bienaventuranzas. El
Sermón de la Vigilancia (Mt 24,1 a 25,46), el quinto y último se cierra con la
descripción del Juicio Final. Las bienaventuranzas describen la puerta de
entrada para el Reino de Dios, enumerando ocho categorías de personas: los
pobres de espíritu, los mansos, los afligidos, los que tienen hambre y sed de
justicia, los misericordiosos, los de corazón limpio, los promotores da paz y
los perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). La parábola del Juicio Final
cuenta lo que debemos hacer para poder tomar posesión del Reino: acoger a los
hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos
y presos (Mt 25,35-36). Tanto en el comienzo como al final de la Nueva Ley,
están los excluidos y los marginados.
• Mateo 25,31-33: Abertura del Juicio Final. El Hijo del
Hombre reúne a su alrededor a las naciones del mundo. Separa a las personas
como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. El pastor sabe discernir.
El no se equivoca: las ovejas a la derecha, los cabritos a la izquierda. El
sabe discernir a los buenos y a los malos. Jesús no juzga, ni condena (cf. Jn
3,17; 12,47). El apenas separa. Es la persona misma la que juzga o se condena
por la manera como se porta en relación con los pequeños y los excluidos.
• Mateo 25,34-36: La sentencia para los que están a la
derecha del Juez. Los que están a su derecha son llamados “¡Benditos de mi
Padre!”, esto es, reciben la bendición que Dios prometió a Abrahán y a su
descendencia (Gen 12,3). Ellos son convidados a tomar posesión del Reino,
preparado para ellos desde la fundación del mundo. El motivo de la sentencia es
éste: "Tuve hambre y sed, era extranjero, estaba desnudo, enfermo y preso,
y ustedes me acogieron y ayudaron”. Esta frase nos hace saber quiénes son las
ovejas. Son las personas que acogieron al Juez cuando éste estaba hambriento,
sediento, extranjero, desnudo, enfermo y peso. Y por el modo de hablar "mi
Padre" e "Hijo del Hombre", sabemos que el Juez es Jesús mismo.
¡El se identifica con los pequeños!
• Mateo 25,37-40: Una demanda de esclarecimiento y
la respuesta del Juez: Los que acogen a los excluidos son llamados “justos”.
Esto significa que la justicia del Reino no se alcanza observando normas y
prescripciones, pero sí acogiendo a los necesitados. Pero lo curioso es que los
justos no saben cuándo fue que acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde:
"¡Toda vez que lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a
mí me lo hicisteis!" ¿Quiénes son estos "hermanos míos más
pequeños"? En otros pasajes del Evangelio de Mateo, las expresiones
"hermanos míos" y "pequeñuelos" indican a los discípulos
(Mt 10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Indican también a los miembros más
abandonados de la comunidad, a los despreciados que no tienen a dónde ir y que
no son bien recibidos (Mt 10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero no es
sólo esto. En el contexto tan amplio de esta parábola final, la expresión
"mis hermanos más pequeños" se alarga e incluye a todos aquellos que
en la sociedad no tienen lugar. Indica a todos los pobres. Y los
"justos" y los "benditos de mi Padre" son todas las
personas de todas las naciones que acogen al otro en total gratuidad,
independientemente del hecho de ser cristiano o no.
• Mateo 25,41-43: La sentencia para los que están a su
izquierda. Los que están del otro lado del Juicio son llamados “malditos” y
están destinados al fuego eterno, preparado por el diablo y los suyos. Jesús
usa el lenguaje simbólico común de aquel tiempo para decir que estas personas
no van a entrar en el Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron
a Jesús hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús
que nos impide entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro,
la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.
• Mateo 25,44-46: Un pedido de aclaración y la
respuesta del Juez. El pedido de esclarecimiento muestra que se trata de gente
que se porta bien, personas que tienen la conciencia en paz. Están seguras de
haber practicado siempre lo que Dios les pedía. Por eso se extrañan cuando el
Juez dice que no lo acogieron. El Juez responde: “¡Todas las veces que no
hicieron esto a unos de estos pequeños, conmigo dejasteis de hacerlo!” ¡La
omisión! ¡No hicieron más! Apenas dejaron de practicar el bien a los pequeños y
acoger a los excluidos. Y sigue la sentencia final: estos van para el fuego
eterno, y los justos van para la vida eterna. ¡Así termina el quinto libro de
la Nueva Ley!
4)
Para la reflexión personal
• ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en la
parábola del Juicio Final?
• Párate y piensa: si el Juicio final fuera hoy, ¿tú
estarías del lado de las ovejas o de los
cabritos?
5)
Oración final
Los preceptos del Señor son rectos,
alegría interior;
el mandato del Señor es límpido,
ilumina los ojos. (Sal 19,9)
alegría interior;
el mandato del Señor es límpido,
ilumina los ojos. (Sal 19,9)
Orden de los Carmelitas
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