Los invito, hermanos, a leer y
meditar el Evangelio, en este XXVII domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: 27º Domingo del tiempo ordinario (C)
Lectio
Domingo, 6 Octubre ,
2019
¡Señor,
aumenta nuestra fe,
de
modo que podamos hacer de nuestra vida
un
servicio gratuito a Dios y a los hermanos!
Lucas
17, 5-10
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu
Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual
Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios
en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte.
Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida
y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la
Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo
en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también
nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu
resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros
como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús,
Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a)
Clave de lectura:
El texto de la liturgia de
este domingo forma parte de la larga sección típica de Lucas (Lc 9,51 a 19,28),
en la que se describe la lenta subida de Jesús hacia Jerusalén, donde será
preso, será condenado y morirá. La mayor parte de esta sección está dedicada a
la instrucción de los discípulos. Nuestro texto forma parte de esta instrucción
a los discípulos. Jesús les enseña cómo debe ser la vida en comunidad (Lc 17,1).
b)
Una división del texto para ayudar en su lectura:
Lucas 17,5: Los
apóstoles le piden a Jesús que les aumente su fe
Lucas 17,6: Vivir con
fe grande como un grano de mostaza
Lucas 17,7-9: Vivir la
vida al servicio gratuito de Dios y de los hermanos
Lucas 17,10:
Aplicación de la comparación del siervo inútil.
c) El
texto:
5 Dijeron los
apóstoles al Señor: «Auméntanos la fe.» 6 El Señor dijo: «Si tuvierais una fe
como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: `Arráncate y plántate
en el mar', y os habría obedecido.»
7 «¿Quién de vosotros
que tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice:
`Pasa al momento y ponte a la mesa?' 8 ¿No le dirá más bien: `Prepárame algo
para cenar, y cíñete para servirme y luego que yo haya comido y bebido comerás
y beberás tú?' 9 ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que
le mandaron? 10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os
mandaron, decid: No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que
teníamos que hacer.»
3. Un momento de
silencio orante
para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la
meditación y en la oración.
a) ¿Qué punto de este
texto te ha gustado más o ha llamado más tu atención?
b) ¿Fe en quién? ¿En
Dios? ¿En los otros? ¿En nosotros mismos?
c) Fe como un grano de
mostaza: ¿Acaso tengo yo una fe así?
d) Hacer de la propia
vida un servicio sin esperar recompensa: ¿soy capaz de vivir así?
5. Una clave d
lectura
para profundizar el
tema.
a)
Contexto histórico de nuestro texto:
El contexto histórico
del Evangelio de Lucas tiene siempre dos dimensiones: la época de Jesús, los
años treinta, en el cual suceden las cosas descritas en el texto y la época de
las comunidades, a las que Lucas dirige su Evangelio, más de cincuenta años después.
Al relatar las palabras y gestos de Jesús, Lucas piensa no sólo en lo que
sucedió en los años treinta, sino también y sobre todo en la vida de las
comunidades de los años ochenta con sus problemas y sus angustias, comunidades
a las que quiere ofrecer una luz y una posible solución (Lc 1, 1.4).
b)
Clave de lectura: el contexto literario:
El contexto literario
(Lc 17,1-21) en el que está colocado nuestro texto (Lc 17, 1-10) nos ayuda a
entender mejor las palabras del Señor. En él Lucas reúne las palabras de Jesús
con las que enseña cómo debe ser una comunidad. En primer lugar (Lc
17,1-2), Jesús reclama la atención de los discípulos sobre los pequeños, o
sea los excluidos de la sociedad. En segundo lugar (Lc 17,3-4) ,
reclama la atención sobre los miembros débiles de la comunidad. En relación con
ellos, Jesús quiere que los discípulos se sientan responsables y tengan una
conducta de comprensión y de reconciliación. En tercer lugar (Lc 17,
5-6) (y aquí comienza nuestro texto) habla de la fe en Dios que debe ser el
motor de la vida en comunidad. En cuarto lugar (Lc 17, 7-10) , Jesús
dice que los discípulos deben servir a los demás con la máxima abnegación y con
desprendimiento, considerándose siervos inútiles. En quinto lugar (Lc
17, 11-19), Jesús enseña cómo deben recibir el servicio de los demás. Deben
mostrar gratitud y reconocimiento. En sexto lugar (Lc 17, 20-21)
Jesús enseña cómo mirar la realidad que nos rodea. Pregona que no se debe
correr tras la propaganda engañosa de aquellos que enseñan que el Reino de
Dios, cuando llegue, podrá ser observado por todos. La llegada del Reino de
Dios no podrá ser observada por todos. Jesús dice lo contrario: “La llegada del
Reino de Dios no podrá ser observada como se observa la del rey de la tierra.
Para Jesús el Reino de Dios ¡ha llegado ya! Y está en medio de nosotros,
independientemente de nuestro esfuerzo o de nuestro mérito. ¡Es pura gracia! Y
sólo la fe lo percibe.
c)
Comentario del texto:
Lucas 17,5: Los
apóstoles piden a Jesús que les aumente su fe
Los discípulos se dan
cuenta de que no es fácil comportarse como Jesús pide de ellos: la atención
hacia los pequeños (Lc 17, 1-2) y la reconciliación con los hermanos y hermanas
más débiles de la comunidad (Lc 17, 3-4). ¡Y esto con mucha fe! No solamente fe
en Dios, sino también en las posibilidades de recuperar al hermano o hermana.
Por esto, van a Jesús y le piden: “Aumenta nuestra fe”
Lucas
17,5-6: Vivir con una fe grande como un grano de mostaza
Jesús responde: “Si
tuvierais una fe tanto como un grano de mostaza, habríais dicho a este
sicómoro: «¡Arráncate y plántate en el mar!». Esta afirmación de Jesús suscita
dos preguntas: (1). ¿Será que Jesús quiere insinuar que los apóstoles no tienen
la fe tan grande como un grano de mostaza? La comparación usada por Jesús es
fuerte e insinuante. Un grano de mostaza es muy pequeño, tanto como la pequeñez
de los discípulos. Pero por medio de la fe, pueden llegar a ser fuertes, más
fuerte que la montaña o el mar. Si Jesús hablase hoy diría: “Si tuvieseis la fe
grande como un átomo, podríais hacer explotar esta montaña”. O sea, a pesar de
las dificultades que comporta, la reconciliación entre los hermanos es posible,
porque la fe consigue realizar lo que parecía imposible. Sin el eje central de
la fe, la relación rota no se recompone y la comunidad que Jesús desea no se
realiza. Nuestra fe debe llevarnos al punto de ser capaces de arrancar de
dentro de nosotros la montaña de prejuicios y lanzarlos al mar. (2) ¿Será que
Jesús con esta afirmación, se ha querido referir a la fe en Dios o a la fe en
las posibilidades de recuperación de los hermanos y hermanas más débiles?
Prevalentemente las referencias son para ambos a la vez. Pues así como el amor
de Dios se concretiza en el amor al prójimo, así también la fe en Dios se
concretiza en la fe en los hermanos, en la reconciliación, en el perdón ¡hasta
sesenta veces siete! (Mt 18,22) La fe es el control remoto del poder de Dios,
que obra y se revela en el trato humano renovado, vivido en comunidad.
Lucas 17,
7-9: Jesús dice cómo debemos cumplir los deberes para con la comunidad
Para enseñar que en la
vida de la comunidad todos deben ser abnegados y desprendidos de sí mismos,
Jesús se sirve del ejemplo del esclavo. En aquel tiempo un esclavo no podía
merecer nada. El patrono, duro y exigente, le pedía sólo el servicio. No era costumbre
dar las gracias. Delante de Dios somos como el esclavo delante de su señor.
Parece extraño que
Jesús se sirva de este ejemplo duro, extraído de la vida social injusta de la
época, para describir nuestra relación con la comunidad. Esto sucede en otra
ocasión, cuando compara la vida del Reino a la de un ladrón. Lo que importa es
el término de la comparación: Dios viene como un ladrón, sin avisar primero,
cuando menos lo esperamos; como un esclavo delante de su señor, tampoco podemos
nosotros ni debemos tener méritos ante los hermanos y hermanas de la comunidad.
Lucas
17,10: Aplicación de la comparación del siervo inútil
Jesús lleva este
ejemplo a la vida de la comunidad: como un esclavo delante de su dueño, así
debe ser nuestro comportamiento en la comunidad; no debemos hacer las cosas
para merecer el apoyo, la aprobación, la promoción o el elogio, sino
simplemente para demostrar que pertenecemos a Dios. “De igual modo vosotros,
cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: «No somos más que unos
siervos inútiles: Hemos hecho lo que teníamos que hacer»”. Delante de Dios no
merecemos nada. Todo lo que hemos recibido no lo merecemos. Vivimos gracias al
amor gratuito de Dios.
d) Profundizando sobre
la fe y el servicio:
i) La fe en Dios se
concretiza en la recuperación del hermano
Primer hecho: Sucedió
en Alemania durante la segunda guerra mundial: dos judíos, Samuel y Juan
estaban en un campo de concentración. Eran muy mal tratados y a veces
torturados. Juan, el más joven, se irritaba. Su rabia se manifestaba en
imprecaciones, palabrotas a un soldado alemán que le golpeaba y maltrataba.
Samuel, el más grande, mantenía la calma. Un día, en un momento de distracción,
Juan dijo a Samuel: “¿Cómo puedes permanecer tranquilo ante tanta
barbaridad?¿Por qué eres tan valiente? Tú debes reaccionar manifestando tu
oposición a este régimen tan absurdo”. Samuel respondió: “Es más difícil
permanecer tranquilo, que ser valiente. Yo no trato de ser valiente por miedo
de que él, por mi rabia, apague el último rastro de humanidad que hay todavía
escondido en este soldado embrutecido”.
Segundo hecho: Sucedió
en Palestina, durante la ocupación romana: Jesús ha sido condenado a muerte por
el Sanedrín. Por su fe en Dios Padre, Jesús acoge a todos como hermanos y
hermanas, y obrando así, interpela, de modo radical, el sistema que en nombre
de Dios mantiene marginada a tanta gente. La sentencia del Sanedrín viene
ratificada por el imperio romano y Jesús es condenado al suplicio en el Monte
Calvario. Los soldados cumplen la sentencia. Uno de ellos traspasa las manos de
Jesús con un clavo. La reacción de Jesús: ”¡Padre perdónalos, porque no saben
lo que hacen!” (Lc 23,24). La fe en Dios se revela en el perdón concedido a los
lo que están matando.
ii) El servicio que se
debe prestar al pueblo de Dios y a la humanidad
Al tiempo de Jesús
había una gran variedad de expectativas mesiánicas. De acuerdo con las diversas
interpretaciones de las profecías, había gente que esperaban un Mesías
Rey ( Lc 15,9.32), un Mesías Santo o Sumo Sacerdote (Mc 1,24), un
Mesías Guerrero(Lc 23,5; Mc 15,6; 13, 6-8), un Mesías Doctor (Jn
4,25; Mc 1,22.27), un Mesías Juez (Lc 3,5-9; Mc 1,8), un
Mesías Profeta (Mc 6,4; 14,65). Cada persona, según sus propios
intereses o clase social, esperaba el Mesías, según sus propios deseos y
esperanzas. Pero parece que ninguno, salvo los anawin, los pobres de Yahvé
esperaban al Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (Is 42,1;
49,3; 52, 13). A veces, los pobres recordaban considerar la esperanza mesiánica
como un servicio que ofrecer a la humanidad por el pueblo de Dios. María, la
pobre de Yahvé, dijo al ángel: “He aquí la sierva del Señor”. Ha sido la mujer
de la que Jesús aprendió el camino del servicio. “El Hijo del Hombre no ha venido
a ser servido sino a servir” (Mc 10, 45).
La figura del siervo,
descrita en los cuatro cantos de Isaías (Is 42, 1-9; 49, 1-6; 52, 13 a 53,12),
indicaba no un individuo aislado, sino el pueblo de la cautividad (Is 41,8-9;
42,18-20; 43,10; 44,1-2; 44,21; 45,4; 48,20; 54,17), descrito por Isaías como
pueblo “ oprimido, desfigurado, sin apariencia de persona y sin un mínimo de
condición de hombre, pueblo ultrajado, maltratado, reducido al silencio, sin
gracia ni belleza, rebosante de dolor, evitado por los otros como si fuese un
leproso, condenado como un criminal, sin juicio ni defensa” (Cf. Is 53,2-8).
¡Retrato perfecto de la tercera parte de la humanidad de hoy! Este pueblo
siervo “no grita, no alza la voz, no hará oír en la plaza su voz, no romperá
una caña cascada” (Is 42,2). Perseguido, no persigue; oprimido, no oprime;
pisoteado, no pisotea. No consigue entrar en la vorágine de de la violencia del
imperio que oprime: Esta conducta resistente del Siervo de Yahvé es la raíz de
la justicia, que Dios quiere ver implantada en todo el mundo: Por esto pide al
pueblo ser su Siervo con la misión de hacer resplandecer la justicia en todo el
mundo (Is 42,2-6;49,6). Jesús conoce estos cantos y en la realización de su
misión se deja orientar por ellos. A la hora del bautismo en el río Jordán el
Padre le confía la misión de Siervo (Mc 1,11). Cuando en la sinagoga de
Nazaret, expone su programa a la gente de su tierra, Jesús asume esta misión
públicamente (Lc 4,16,21). En su actitud de servicio Jesús nos revela el rostro
de Dios que atrae, y el camino de regreso hacia Dios.
6. Oración: Salmo 72
(71)
La esperanza de que
para todos llegue el Mesías Salvador
Confía, oh Dios, tu
juicio al rey,
al hijo de rey tu
justicia:
que gobierne
rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con
equidad.
Produzcan los montes
abundancia,
justicia para el
pueblo los collados.
Defenderá a los
humildes del pueblo,
salvará a la gente
pobre
y aplastará al
opresor.
Durará tanto como el
sol,
como la luna de edad
en edad;
caerá como lluvia en
los retoños,
como rocío que
humedece la tierra.
Florecerá en sus días
la justicia,
prosperidad hasta que
no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín
de la tierra.
Ante él se doblará la
Bestia,
sus enemigos morderán
el polvo;
los reyes de Tarsis y
las islas
traerán consigo
tributo.
Los reyes de Sabá y de
Seba
todos pagarán
impuestos;
ante él se postrarán
los reyes,
le servirán todas las
naciones.
Pues librará al pobre
suplicante,
al desdichado y al que
nadie ampara;
se apiadará del débil
y del pobre,
salvará la vida de los
pobres.
La rescatará de la
opresión y la violencia,
considerará su sangre
valiosa;
(que viva y le den el
oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por
él,
todo el día lo
bendecirán.
La tierra dará trigo
abundante,
que ondeará en la cima
de los montes;
sus frutos florecerán
como el Líbano,
sus espigas como la
hierba del campo.
¡Que su fama sea
perpetua,
que dure tanto como el
sol!
¡Que sirva de
bendición a las naciones,
y todas lo proclamen
dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios
de Israel,
el único que hace
maravillas!
¡Bendito su nombre
glorioso por siempre,
la tierra toda se
llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos
gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que
tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo
que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos
no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y
reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Orden de los
Carmelitas
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