¡Amor y
paz!
Loa
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes de la XVIII
Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Dios nos
bendice…
Lectio: Mateo 16,24-28
Lectio
Viernes, 9 Agosto ,
2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración inicial
Ven, Señor, en ayuda
de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva
y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y
como guía. Por nuestro Señor.
2) Lectura del
Evangelio
Del Evangelio según Mateo 16,24-28
Entonces
dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la
perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le
servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar
el hombre a cambio de su vida?
«Porque
el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí
presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del
hombre venir en su Reino.»
3) Reflexión
•
Los cinco versículos del evangelio de hoy son la continuidad de las palabras de
Jesús a Pedro que meditamos ayer. Jesús no esconde ni ablanda las exigencias
del discipulado. No permite que Pedro tome la delantera y le pone en su sitio:
“¡Quítate de mi vista!” El evangelio de hoy explicita estas exigencias para
todos nosotros.
•
Mateo 16,24: Tome su cruz y me siga. Jesús saca las conclusiones que valen
hasta hoy: "Si alguien quiere seguirme, renuncie a si mismo, tome su cruz
y me siga”. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte que el imperio
romano imponía a los marginados y a los bandidos. Tomar la cruz y cargarla
detrás de Jesús era lo mismo que aceptar el ser marginado por el sistema
injusto que legitimaba la injusticia. La Cruz no es fatalismo, ni exigencia del
Padre. La Cruz es consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús:
revelar la Buena Nueva de que Dios es Padre y que, por tanto, todos y todas
deben ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. A causa de este
anuncio revolucionario, Jesús fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay
prueba de amor más grande que dar la vida por los hermanos (Jn 15,13). El
testimonio de Pablo en la carta a los Gálatas muestra el alcance de todo esto:
“Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de la cruz de Cristo Jesús,
nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí, y yo, para el
mundo”. (Gal 6,14) Y termina aludiendo a las cicatrices de las torturas que
sufrió: “Que nadie pues me venga a molestar. Yo, por mi parte, llevo en mi
cuerpo las señas de Jesús” (Gal 6,17).
•
Mateo 16,25-26: Quien pierde la vida por causa mía la encontrará. Estos dos
versículos explicitan valores humanos universales que confirman la experiencia
de muchos, cristianos y no cristianos. Salvar la vida, perder la vida,
encontrar la vida. La experiencia de muchos enseña lo siguiente: Quien corre
tras los bienes y la riqueza no queda nunca saciado. Quien se entrega a los
demás olvidándose de sí, siente una gran felicidad. Es la experiencia de las
madres que se entregan, y de mucha gente que no piensa en sí, sino en los
demás. Muchos hacen y viven así casi por instinto, como algo que viene del
fondo del alma. Otros hacen así, porque tuvieron una experiencia dolorosa de
frustración que los llevó a mudar de actitud. Jesús tiene razón en decir: Quien
quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la
encontrará”. Importante es el motivo: “por mí”, o como dice en otro lugar: “por
causa del Evangelio” (Mc 8,35). Y termina: “Pues ¿de qué le servirá al hombre
ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio
de su vida?” Esta última frase evoca el salmo que dice que nadie es capaz de
pagar el precio de rescate de la vida: “comprada su vida nadie tiene, ni a Dios
puede, con plata sobornarlo, pues es muy caro el precio de la vida. ¿Vivir
piensa por siempre, o cree que no iré a la fosa un día?”. (Sal 49,8-10).
•
Mateo 16,27-28: El Hijo del Hombre, dará a cada uno según su conducta. Estos
dos versículos se refieren a la esperanza del pueblo con relación a la venida
del Hijo del Hombre al final de los tiempos como juez de la humanidad, como
presentado en la visión del profeta Daniel (Dn 7,13-14). El primer versículo
dice: “El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno según su conducta” (Mt 16,27). En esta frase se
habla de la justicia del Juez. Cada uno recibirá según su propia conducta. El
segundo versículo dice: “Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos
que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino”.
(Mt 16,28). Esta frase es un aviso para ayudar a percibir la venida de Jesús
como Juez en los hechos de la vida. Algunos pensaban que Jesús vendría luego
(1Ts 4,15-18). Jesús, de hecho, ya estaba presente en las personas, sobre todo
en los pobres. Pero ellos no lo percibieron. Jesús mismo había dicho: “Cuando
lo hicieron con alguno de estos más pequeños, que son mis hermanos, lo hicieron
conmigo!” (Mt 25,34-45)
4) Para la reflexión
personal
•
Quien pierde la vida, la gana. ¿Cuál es la experiencia que tengo en este punto?
•
Las palabras de Pablo: ““Por mí, no quiero sentirme orgulloso de nada, sino de
la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado
para mí, y yo, para el mundo”.¿Tengo valor para repetirlas en mi vida?
5) Oración final
Ensalzad
conmigo al Señor,
exaltemos
juntos su nombre.
Consulté
al Señor y me respondió:
me
libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)
Orden de los Carmelitas
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