¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la 6ª
semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MARCOS
8,14-21
Lectio:
Martes, 19 febrero, 2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, tú que te complaces
en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia
de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Marcos 8,14-21
Se habían olvidado de
tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Él les hacía
esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y
de la levadura de Herodes.» Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose
cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no
comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no
veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes
para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?» «Doce», le
dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas
llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete.» Y continuó: «¿Aún no
entendéis?»
3) Reflexión
• El evangelio de ayer
hablaba del malentendido entre Jesús y los fariseos. El evangelio de hoy habla
del malentendido entre Jesús y los discípulos y muestra como la “levadura de
los fariseos y de Herodes” (religión y gobierno), se había infiltrado también
en la cabeza de los discípulos hasta el punto de que no fueron capaces de
acoger la Buena Nueva.
• Marcos 8,14-16: Cuidado
con la levadura de los fariseos y de Herodes. Jesús advierte a los discípulos:
“Guardaos de la levadura de los fariseos y de Herodes”. Pero ellos no entendían
las palabras de Jesús. Piensan que habla así porque habían olvidado comprar el
pan. Jesús dice una cosa y ellos entienden otra. Este desencuentro era el
resultado de la influencia insidiosa de la “levadura de los fariseos” en la
cabeza y en la vida de los discípulos.
• Marcos 8,17-18ª: Las
preguntas de Jesús. Ante esta falta casi total de percepción en los discípulos,
Jesús hace una serie de preguntas rápidas, sin esperar una respuesta. Preguntas
duras que evocan cosas muy serias y revelan una total incomprensión por parte
de los discípulos. Por increíble que parezca, los discípulos llegaron a un
punto en que no se diferenciaban de los enemigos de Jesús. Anteriormente, Jesús
se había quedado triste con la “dureza de corazón” de los fariseos y de los
herodianos (Mc 3,5). Ahora, los discípulos mismos tenían un “corazón
endurecido” (Mc 8,17). Anteriormente, “los de fuera” (Mc 4,11) no entendían las
parábolas, porque “tenían ojos y no veían oídos y escuchaban” (Mc 4,12). Ahora,
los discípulos mismos no entendían nada, porque “tienen ojos y no ven, oídos y
no oyen” (Mc 8,18). Además de esto, la imagen del “corazón endurecido” evocaba
la dureza del corazón de la gente del AT que siempre se desviaba del camino.
Evocaba asimismo el corazón endurecido del faraón que oprimía y perseguía al
pueblo (Ex 4,21; 7,13; 8,11.15.28; 9,7...). La expresión “tienen ojos y no ven,
oídos y no oyen” evocaba no sólo a la gente sin fe, criticada por Isaías (Is
6,9-10), sino que también a los adoradores de los falsos dioses, de los cuales el
salmo decía: “Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen” (Sal 115,5-6).
• Marcos 18b-21: Las dos
preguntas sobre el pan. Las dos preguntas finales son sobre la multiplicación
de los panes: ¿Cuántos cestos recogieron la primera vez? ¡Doce! Y ¿la segunda?
¡Siete! Como los fariseos, también los discípulos, a pesar de haber colaborado
activamente en la multiplicación de los panes, no llegaron a comprender su
significado. Jesús termina: "¿Aún no entendéis?" La forma que Jesús
tiene de lanzar estas preguntas, una después de otra, casi sin esperar
respuesta, parece una ruptura. Revela un desencuentro muy grande. ¿Cuál es la
causa de este desencuentro?
• La causa del
desencuentro entre Jesús y los discípulos. La causa del desencuentro entre
Jesús y los discípulos no fue su mala voluntad. Los discípulos no eran como los
fariseos. Estos también no entendían, pero en ellos había malicia. Se servían
de la religión para criticar y condenar a Jesús (Mc 2,7.16.18.24; 3,5.22-30).
Los discípulos, por el contrario, eran buena gente. No tenían mala voluntad.
Pues, aún siendo víctimas de la “levadura de los fariseos y de los herodianos”,
no estaban interesados en defender el sistema de los fariseos y de los
herodianos en contra de Jesús. Entonces, ¿cuál era la causa? La causa del
desencuentro entre Jesús y los discípulos tenía que ver con la esperanza
mesiánica. Había entre los judíos una gran variedad de expectativas mesiánicas.
De acuerdo con las diversas interpretaciones de las profecías, había gente que
esperaba a un Mesías Re (cf. Mc 15,9.32). Otros, a un Mesías Santo o Sacerdote
(cf. Mc 1,24). Otros, a un Mesías Guerrillero subversivo (cf Lc 23,5; Mc 15,6;
13,6-8). Otros, a un Mesías Doctor (cf. Jn 4,25; Mc 1,22.27). Otros, a un
Mesías Juez (cf. Lc 3,5-9; Mc 1,8). Otros, a un Mesías Profeta (6,4; 14,65). A
lo que parece, nadie esperaba a un Mesías Siervo, anunciado por el profeta
Isaías (Is 42,1; 49,3; 52,13). Ellos no daban valor a la esperanza mesiánica
como servicio del pueblo de Dios a la humanidad. Cada cual, según sus propios
intereses y según su clase social, esperaba al Mesías, queriendo encajarlo en
su propia esperanza. Por esto, el título Mesías, dependía de las personas o de
la posición social, podía significar cosas bien diferentes. ¡Había mucha
confusión de ideas! Es en esta actitud de Siervo que está la llave que va a
encender una luz en la oscuridad de los discípulos y que los ayudará a
convertirse. Solamente aceptando al Mesías como el Siervo sufriente de Isaías,
ellos serán capaces de abrir los ojos y comprender el Misterio de Dios en
Jesús.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Cuál es hoy la levadura
de los fariseos y de Herodes para nosotros? ¿Qué significa hoy, para mí, tener
el “corazón endurecido”?
• La levadura de Herodes y
de los fariseos impedía a los discípulos entender la Buena Nueva. La propaganda
de la televisión ¿nos impide hoy entender la Buena Nueva de Jesús?
5) Oración final
Cuando digo: «Vacila mi
pie»,
tu amor, Señor, me sostiene;
en el colmo de mis cuitas interiores,
tus consuelos me confortan por dentro. (Sal 94,18-19)
tu amor, Señor, me sostiene;
en el colmo de mis cuitas interiores,
tus consuelos me confortan por dentro. (Sal 94,18-19)
Orden de los Carmelitas
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