¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, al estilo de la lectio divina, en este sábado de la cuarta
semana de Cuaresma.
Dios
nos bendice...
LECTIO
Primera lectura: Jeremías 11,18-20
Dijo Jeremías: El Señor
todopoderoso me lo hizo saber y comprendí. Entonces me hiciste descubrir sus
maquinaciones. Yo era como un cordero manso llevado al matadero; no sabía lo
que tramaban contra mí. "¡Destruyamos el árbol cuando aún tiene savia,
arranquémosle de la tierra de los vivos y que no se mencione más su
nombre!"
Pero tú, Señor
todopoderoso,
juzgas rectamente
y examinas los pensamientos e intenciones;
haz que yo pueda ver
tu venganza sobre ellos,
porque a ti he confiado mi causa.
juzgas rectamente
y examinas los pensamientos e intenciones;
haz que yo pueda ver
tu venganza sobre ellos,
porque a ti he confiado mi causa.
El presente texto constituye la primera de las llamadas "confesiones de Jeremías". Son ráfagas de luz que nos permiten adentrarnos en el mundo interior del profeta a través de las repercusiones personales de su misión: son un testimonio precioso, único en la Biblia. Por voluntad del Señor, Jeremías descubre la conjura que sus paisanos de Anatot han urdido contra él para quitarle de en medio (v. 19). Es difícil precisar las causas históricas, pero esto no impide captar el mensaje fundamental. En la historia de la salvación, las vicisitudes de la vida del profeta son de capital importancia, por el modo con que tuvo que vivirlas.
Jeremías, víctima
inocente, pensando en el peligro que acaba de pasar, se compara con un cordero
manso llevado al matadero. Esta imagen, presente también en el cuarto canto del
Siervo sufriente de YHWH (Is 53,7), se utilizará ampliamente para describir al
Mesías Sufriente que expía en silencio el pecado del mundo (Jn 1,29; 1 Pe 1,19;
Ap 5,6ss). Atormentado en el corazón y la mente, el profeta sufre, y se atreve
-él, tan humilde- a elevar una oración de venganza: es la ley del talión.
Jeremías vive su pasión como hombre del Antiguo Testamento; será Jesús,
realidad de lo que el profeta figuraba, quien morirá inocente, poniéndose en
las manos del Padre él mismo y poniendo también a sus adversarios, que le
crucificaron, para que les perdone.
Evangelio: Juan 7,40-53
Al oír a Jesús
manifestarse de este modo, algunos afirmaban:
- Seguro que éste es el Profeta.
Otros decían:
- Éste es el Mesías.
Otros, por el
contrario:
— ¿Acaso va a venir el
Mesías de Galilea? ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la
familia de David y de su mismo pueblo, de Belén
Y surgió entre la gente
una discordia por su causa. "Algunos querían detenerlo, pero nadie se
atrevió a ponerle la mano encima." Los guardias fueron donde estaban los
jefes de los sacerdotes y los fariseos, y éstos les preguntaron:
- ¿Por qué no lo habéis traído?
Los guardias
contestaron:
- Nadie ha hablado jamás como lo hace este
hombre.
Los fariseos les
replicaron:
- ¿También vosotros os habéis dejado seducir?
¿No os dais cuenta de que ninguno de nuestros jefes ni los fariseos han
creído en él? Lo que ocurre es que esta gente, que no conoce la Ley, se
halla bajo la maldición.
Uno de ellos, Nicodemo,
el mismo que en otra ocasión había ido a ver a Jesús, intervino y dijo:
- ¿Acaso nuestra Ley
permite condenar a alguien sin haberle oído previamente para saber lo que ha
hecho? Los otros le replicaron:
- ¿También tú eres de Galilea? Investiga las Escrituras
y llegarás a la conclusión de que los profetas jamás han surgido de
Galilea.
Cada uno se marchó a su
casa.
"Y surgió entre la gente una discordia por su causa" (v 43); escena tomada al vivo. El evangelista nos muestra cómo la gente discute sobre un hombre de los que todos hablan, preguntándose si no será el Mesías. Su palabra de autoridad, que fascina incluso a los guardias enviados para arrestarlo (v 46), no podría dejar lugar a dudas. Sin embargo, se esgrimían dos fuertes argumentos en contra.
En primer lugar, Jesús
viene de Galilea, y la Escritura dice que nacería en Belén. Pero, sobre todo,
el hecho de que los jefes del pueblo y los fariseos no ha creído en él: ¿puede
quizás la gente ordinaria tener otro parecer respecto a este hombre con
pretensiones inauditas?
Frente a la agitación
general, los que ejercen el poder y la ciencia responden con sarcasmo y
desprecio, síntomas inequívocos de una reacción desmesurada dictada por el
miedo a perder prestigio. Sólo se distingue la valiente voz de Nicodemo -el que
vino a ver a Jesús de noche (cf. Jn 3,1)-, que indica que la misma Ley no juzga
a nadie antes de haberle escuchado. También se le tacha de ignorancia. Y
bruscamente concluye Juan: "Cada uno se marchó a su
casa" (v 53), algunos llevando en el corazón el
deseo de conocer más a Jesús; otros, con un rechazo más enconado. Pero la
Palabra no calla: todavía no había llegado su hora.
MEDITATIO
La Palabra de Dios siempre
es viva, pero, ciertamente, hoy nos presenta temas particularmente impactantes.
La confesión dolorosa del profeta Jeremías nos dice hasta qué punto hay que
estar dispuestos a padecer por ser fieles a Dios, sirviéndole con corazón
recto. Pero no menos chocantes son las preguntas sobre la identidad del Mesías
que aparecen en el Evangelio.
Hoy también se nos
pregunta, a veces angustiosamente, quién es Jesús. La gente se divide en el
modo de pensar y buscar la verdad. Muchos "se marchan a
su casa" encerrados en la duda o la indiferencia porque rechazan
al único que es capaz de unificar el corazón y los hombres. ¿Y qué decir de las
amenazas, persecuciones y condenas de inocentes? Un cuadro oscuro aparece ante
nuestros ojos... Sin embargo, siempre existen figuras egregias que, como
Nicodemo, desafían la opinión de los "poderosos" con su indómita
pasión por la verdad.
Por cierto, no fue nada
fácil para los contemporáneos de Cristo creer en él. Debe brotar en nosotros un
inmenso agradecimiento hacia los que le reconocieron y siguieron, pues abrieron
con su fe el camino de la salvación.
¿Dónde está hoy
Jesucristo? ¿Dónde podremos reconocerlo y seguirle? Quizás sea ésta la única
pregunta que nos interese, y nadie puede responder por nosotros. Leer estos
textos, confrontándolos con la historia actual, significa adentrarse en la
Palabra de Dios, vivir a Cristo.
ORATIO
Oh Dios, Padre
omnipotente, noche y día te dirigimos la pregunta angustiosa: ¿hasta cuándo
durarán en la tierra tantos males? ¿Hasta cuándo triunfarán los prepotentes y
prosperarán los malvados? ¿Hasta cuándo calumniarán al inocente sin que lo
defiendas, perecerá el justo sin que le socorras? Abrenos los ojos de la fe
para poder reconocer que tú das sentido a todo, desde el momento en que estás
siempre presente al lado de todo ser humano en tu Hijo amado, el Santo, el
Inocente, el Cordero manso llevado por nosotros al matadero. Haz que vivamos
para él y nos adhiramos a su Palabra, en la que creemos y en la que queremos
creer con todas nuestras fuerzas.
Aumenta nuestra fe, que
nos mantengamos firmes y perseverantes en la hora en la que el misterio
extiende su sombra sobre nuestro corazón amedrentado, hasta que se revele en
plenitud tu sabio designio de amor.
CONTEMPLATIO
Alma cristiana, piensa en
tu redención y liberación. Saborea la bondad de tu Redentor; incéndiate en el
amor de tu Salvador. ¿Dónde está la fuerza de Cristo? "Sus manos
destellan su poder, allí está oculta su fuerza" (cf. Hab 3,4).
Ahora bien, el poder está en sus manos porque han sido clavadas en los brazos
de la cruz. Pero ¿dónde está la fuerza en tal debilidad, dónde la grandeza en
tal humillación, dónde el respeto en tal abyección? Hay ciertamente algo
desconocido, "oculto", en esta debilidad, en esta
humillación, en esta abyección. ¡Oh fuerza oculta! Un hombre suspendido en la
cruz suspende la muerte eterna a todo el género humano; un hombre clavado al
madero desenclava al mundo, condenado a muerte perenne [...].
Fue él quien comprendió lo
que agradaba al Padre y podía favorecer a los hombres, y libremente lo hizo.
Así el Hijo manifestó al Padre una obediencia libre, cuando quiso realizar
espontáneamente lo que sabía que agradaría a su Padre. Con este precio, no
solamente el hombre queda exonerado de sus faltas la primera vez, sino que
también es acogido por Dios cada vez que vuelve a él arrepentido. Nuestra deuda
ha sido pagada por la cruz; por la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos ha
rescatado. Los que quieren recurrir a esta gracia con auténtico amor se salvan
(Anselmo de Aosta, Oraciones y meditaciones; Meditación sobre la
redención del hombre, Madrid 1953, 429-437, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y
vive hoy la Palabra:
"Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo único" (Jn 3,16).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La condición del
cristiano, en la medida en que ser cristiano es resignarse a estar a merced de
alguien, es algo singularmente inconfortable. Y usted lo sabe muy bien. En el
fondo, lo que teme es, como dice muy bien, que una vez metido el dedo en el
engranaje no se sabe dónde podrá ir a parar. Ciertamente, no se nos oculta que
lo que impide tener fe a los que no la tienen es eso. Como es también lo que
impide tener más fe a los que ya la tienen.
Siempre es grave
introducir a otro en la propia vida, incluso desde el punto de vista humano; se
sabe que ya no será posible disponer enteramente de uno. Dejar a Jesús entrar
en la vida propia encierra un riesgo terrible. No se sabe hasta dónde nos
llevará. Y la fe es precisamente eso. Jamás se me hará creer que es confortable.
Tomar en serio a
Jesucristo es aceptar en la propia vida la irrupción de lo Absoluto del Amor,
aceptar el ser arrastrada hacia no se sabe dónde. Y ese riesgo es al mismo
tiempo la liberación, porque, en definitiva, después de todo, sabemos bien que
sólo deseamos una cosa: ese Amor absoluto; y que, en última instancia, se nos
despoja de nosotros mismos. Esto quiere decir, y me parece lo esencial, que la
fe no aparece como una manera de acabar con las aventuras de la inteligencia,
como una tranquilidad que uno se concedería cuando queda aún mucho por buscar.
La fe no es una meta, sino un punto de partida. Introduce nuestra inteligencia
en la más maravillosa de las aventuras, que es contemplar un día a la Trinidad
(J. Daniélou, Escándalo de la verdad, Madrid 1962,
136-137, passim).
http://www.mercaba.org/LECTIO/CUA/semana4_sabado.htm
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