martes, 4 de julio de 2017

Dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 13ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (19,15-29):

En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot: «Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma.»
Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad.
Una vez fuera, le dijeron: «Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer.»
Lot les respondió: «No. Vuestro siervo goza de vuestro favor, pues me habéis salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.»
Le contestó: «Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues.»
Por eso la ciudad se llama La Pequeña. Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol. El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo. La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal. Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno. Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 25,2-3.9-10.11-12

R/.
 Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad

Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad. R/.

No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos. R/.

Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

Palabra del Señor

Comentario

1. Azufre y Fuego


1.1 La impresionante escena de la primera lectura impacta nuestra imaginación. No es difícil representarse el cuadro patético que además ha dibujado más de un artista: un diluvio de llamas que castigan las ruinas humeantes de lo que un día fuera lugar de seres humanos. Pero vayamos más allá de la escena como tal. Busquemos la enseñanza: la palabra detrás del acontecimiento.

1.2 Por una parte, este drástico castigo revela de modo dramático el estado de gravedad a que conduce el pecado como estructura. En efecto, nos hemos acostumbrado tal vez a mirar al pecado como un hecho personal que involucra sólo una responsabilidad individual ante Dios. Pero esto no es cierto. El pecado tiende a institucionalizarse. Va creando un tejido de complicidades que se vuelve pegajoso y casi omnipresente, hasta producir asfixia en los que no admitan inmiscuirse en él.

1.3 Es un poco lo que vemos también en nuestra sociedad. La prostitución o la corrupción administrativa, por citar sólo dos ejemplos, no son eventos aislados en vidas aisladas, sino verdaderas redes que se adueñan de sectores de ciudades y de amplias tajadas del presupuesto de un país. Estamos en ambos casos frente a pecados "estructurales", que no deberían ser evaluados simplemente como una colección de faltas personales, pues de hecho implican procesos, manejo de recursos e incluso leyes oficiales que hacen extraordinariamente difícil erradicar su presencia y su obra.

1.4 En otro sentido, la escena del Génesis en el día de hoy nos invita a saber superar el hecho mismo del castigo, cualquiera que sea su expresión concreta. Lo más interesante del pecado no es quedarnos viendo cómo se castiga sino permanecer buscando cómo superarlo. Cosa útil de aprender porque a veces nos preocupamos más de castigar culpables que de hacer bien a los inocentes.


2. La tormenta calmada


2.1 Si la primera lectura nos deja ver una espantosa tormenta de fuego, el evangelio de hoy hace el contraste mostrándonos a Jesús sosegando una tormenta de lluvia y viento en el Mar de Galilea.

2.2 De donde podemos aprender que el mismo Dios que manda la tormenta trae también la paz. Dios no deja de ser Dios ni en la guerra ni en la paz, ni en la tribulación ni en el consuelo, ni en la confusión ni en la claridad.

2.3 A nuestros ojos Dios puede parecer escondido cuando hay guerra o adormilado en la pereza de la inacción y la paz. Puede parecernos lejano en horas de tribulación o cariñoso en horas de consuelo. Distante cuando hay confusión y presente cuando vuelve la claridad.

2.4 Pero todas estas son interpretaciones NUESTRAS. Como muestra el evangelio de este día, hemos de saber en fe que Él es siempre Dios, y que su soberanía no tiene eclipses ni hay párpados en sus ojos. Todo lo conoce y en todo está su gobierno, sea que lo entendamos o que no nos lo parezca.

http://fraynelson.com/homilias.html.


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