¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario en este martes de la
primera semana de Cuaresma.
Dios nos bendice...
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Comentario
La oración es la forma típica de la comunicación
religiosa, pues con ella se dirige el creyente a Dios, con gritos o suspiros,
sin palabras o con la mente, como individuo o como grupo, para sí mismo o para
otros.
Se le han atribuido muchas características en las
religiones, no todas conformes con el objetivo último que tiene en los
evangelios, algunas de ellas derivadas de los salmos que son el “sudor”
espiritual durante cerca de 1000 años del pueblo judío.
Se mezcla con votos, peticiones de venganza,
liberar del sufrimiento, éxito en la batalla, ayunos y purificaciones previas
que exigen revisión de parte del creyente.
Como recomiendan especialistas, los salmos hay que
orarlos tres veces: con Israel, con el evangelio y con la situación concreta de
quien o quienes lo oran.
Lutero decía que el Padrenuestro superó todos los
salmos. No nos dice que sea la oración de Jesús sino la de sus seguidores. La
estructura corriente incluye la invocación, la presentación de la alabanza, la
gratitud o la petición y la promesa o voto de parte que quien o quienes oran.
En las tres religiones monoteístas (cristianismo,
islamismo y judaísmo) es central la oración tanto individual como colectiva,
aunque más purificada de excesos en esta última. En la oración individual, dada
la función terapéutica que implica, es necesario superar lo sicológico para
llegar a lo evangélico: orar para controlar las pasiones y con la Biblia para
fortalecer el conocimiento de Dios.
En el evangelio de hoy tenemos una oración que toma
elementos de la oración judía ya existentes pues algunas peticiones ya
existían. Probablemente influyó en su composición la necesidad de la comunidad
primitiva de tener una oración que marcara su identidad frente a otros grupos
judíos. No incluye la pasión y resurrección que son elementos típicos
cristianos. Padre es una invocación judía como padre de todo el pueblo; la
cristiana sería Abba, de mayor intimidad, como parece en Marcos. Los cátaros le
dieron tal importancia al Padrenuestro que era la oración consecratoria de sus
cenas eucarísticas.
La petición fundamental, concorde con el resto de
los evangelios, es que venga el “reinado de Dios”, expresión que aparece 114
veces en los evangelios; un reinado que empieza aquí y ahora cuando el creyente
hace la voluntad de Dios. Esta no es una agenda prefijada que sino que el
creyente se deje mover por el Espíritu del Resucitado más que por sus pasiones
a menudo disfrazadas. La única petición “material” parece ser el pan, que es calificado
con una palabra única en todos los evangelios: epiousion en griego. Fue traducida por Jerónimo como el pan
“supersubstancial” que pude aludir al pan material necesario o al eucarístico.
En cuanto al material ha sido traducido
variadamente: pan de hoy, pan del mañana, el pan ya consumido en el día (pan
ganado con el sudor de ayer). La petición como la usamos hoy no está en ningún
evangelista. Mateo dice: “el pan de mañana dánosle hoy”; y Lucas dice: “el pan
de mañana dánoslo cada día”. Es que el pan también es metáfora del banquete
celestial. Según Mateo, el pan que esperamos, ese banquete para mañana, donde
serán admitidos los gentiles, los publicanos, las prostitutas, los pobres,
dánosle hoy, ya.
Lucas, que ha anclado en la historia el mensaje de
Jesús sobre el Reino, dice en el Padrenuestro: “danos el pan de mañana cada
día”. Ese Reino del cielo donde Dios lo es todo en todos, donde se dan las
perfectas relaciones de justicia y donde hay trigo y aceite para todos, dánoslo
ya cada día. El perdón pedido ha sido igualmente traducido para las deudas, las
ofensas, pecados (en Lucas), debilidades o caídas. Las tentaciones son
difíciles de determinar a no ser que las reduzcamos a la visión moral y sexuada
que a menudo ha tenido. Tomando la tentación como prueba representa la lucha
permanente del creyente: «Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir
aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes le
aman» (St 1:12). El mismo Jesús fue tentado en más de una ocasión y no pidió
que se le quitara, la superó.
La petición por la venida del reinado, la
santificación del nombre y la realización de la voluntad de Dios son en
realidad una petición desdoblada; es la manifestación esperanzada de que toda
la creación llegue a la plenitud, al fin de la acción salvífica. De la época de
los evangelios tenemos otra versión en Lucas y una más en la Didaché o
Enseñanza de los Doce Apóstoles. La versión de Lucas es más corta lo que nos
lleva a pensar que no era una oración repetida uniformemente en las comunidades
creyentes. En el fondo, el contenido del Padrenuestro no es más que la
predicación de Jesús resumida, como aparece en las Bienaventuranzas.
Una dificultad técnica con el Padrenuestro la
tenemos con la lengua. Las oraciones oficiales en la época de Jesús se rezaban
en hebreo, idioma que no entendía la gente sencilla. Jesús probablemente rezaba
en arameo, la lengua del pueblo, como decir en nuestro medio “en chibcha”. La
palabra aramea Abba no lo recuerda. La oración típica, el Padrenuestro, se la
habría dado a la comunidad en su lengua materna, el arameo. Con eso, Jesús saca
a la oración del círculo exclusivo de la liturgia sagrada, y la pone en medio
de la vida.
Podríamos decir que el Padrenuestro nos invita a
una triple relación fundamental como es la relación con Dios como Padre
amoroso, con los demás pues es Dios “nuestro” sin exclusivismos por lo cual el
proyecto de hermano (incluidos los enemigos) es fundamental para el reinado de
Dios y finalmente la relación con la creación en términos como «no os afanéis
por vuestra vida: qué vais a comer; ni por vuestro cuerpo: con qué lo vais a
vestir» (Mt 6:25). Esta última relación es la que más desorden ha creado en el
campo ecológico pues acaba con el “hoy” de muchos para asegurar el “mañana” de
unos pocos.
El Padrenuestro tiene pues también una dimensión de
exhortación y crítica. Jesús critica la oración que no va acompañada de un
compromiso serio con los demás y con el cosmos. Las pocas oraciones de Jesús
que conocemos en sus formulaciones, como en Getsemaní, son de agradecimiento al
Padre por lo que ha hecho (curaciones) y de aceptación de la pasión, por
dolorosa que sea.
Rezar el Padrenuestro de manera rutinaria, como
cantamos una canción de moda, puede ser una costumbre arraigada desde la niñez,
un acto reflejo, un protocolo de cortesía religiosa. Pero si se esquiva la
decisión de la voluntad y el compromiso no alcanza mayor sentido. Es necesario
pasar del mero rezo a la oración y llenar ésta de contenido con los evangelios,
pues el Padrenuestro es pieza de un conjunto mayor como la vida y accionar de
Jesús. Se vive y entiende el Padrenuestro si se vive y entiende la misma vida
de Jesús. En el mundo de hoy, como en el de la época de Jesús, el Padrenuestro
nos recuerda que el reinado de Dios aún está muy lejos y que nos falta mucho
por caminar. El Padre tiene toda la paciencia del mundo.
Apuntes del Evangelio.
Luis Javier Palacio, S.J.
Luis Javier Palacio, S.J.
Jesuitas.org.co
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