¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este viernes de la 34ª semana del tiempo ordinario.
Dios nos bendice...
Evangelio según San
Lucas 21,29-33.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."Comentario
1.1 El Apocalipsis no cesa de asombrarnos. Cada capítulo y cada
página desenvuelven nuevas imágenes y recursos descriptivos que, aunque ya
presentes en el conjunto de la Escritura, aquí adquieren un tono especialmente
enérgico y majestuoso. He aquí una escena portentosa: un Ángel encadena a
Satanás por mil años, aunque luego quedará en libertad por breve tiempo.
1.2 Los estudiosos de la Biblia intentan encontrar un sentido a
esa cifra de mil años. En general hoy podemos hablar de un consenso en un
punto: no se trata de mil vueltas de la tierra alrededor del sol. El Libro
Santo no está hablando del año 1000, ni del año 1100. Ni seguramente alude a
una cifra que tengamos que empezar a contar a partir de algún "gran"
acontecimiento, que equivaldría a la caída de una "Babilonia".
1.3 El diablo encadenado no es un pobre diablo. La Biblia no dice
que esté inactivo, sino que está encadenado, lo cual bien puede y quizá debe
entenderse en el sentido de un poder que no es ilimitado y que queda sujeto a
un mandato particular de quien le encadena, es decir, Dios. Bien puede pensarse
que es la situación en que vemos desenvolverse la historia humana que
conocemos: el demonio no logra lo que quisiera, pues, si pudiera, extinguiría
por completo la noticia sobre Cristo; sin embargo, sí logra objetivos, entorpeciendo,
por decir lo menos, el anuncio de la gracia.
1.4 El tiempo de encadenamiento termina. Esto indicaría, si la
interpretación que seguimos es correcta, que al final de los tiempos habrá un
tipo de confrontación inédito para nosotros; algo que no conocíamos y que
reclamará una gracia singular, como puede entenderse quizás de las palabras que
dijo el Señor Jesús: "Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se
salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados"
(Mt 24,22). Esto indicaría un tipo de combate espiritual que rebasa lo que
podemos imaginarnos.
2. Un Juicio y un Reino Compartidos
2.1 No podemos dejar pasar por alto un versículo elocuente de la
primera lectura: "vi unos tronos, y a los que se sentaron en ellos se les
dio poder para juzgar... y reinaron con Cristo mil años" (Ap 20,4). He
aquí que los que mueren con Cristo y son vivificados por Cristo, ahora juzgan e
incluso ¡reinan! Ponderemos lo que esto significa. Dios ha dicho: "Yo soy
el Señor, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré" (Is 42,8). ¡Y ahora
vemos a creaturas humanas que juzgan y reinan! No hay contradicción, sin
embargo: la gracia no es una simple declaración externa de benevolencia de Dios
hacia los pecadores; es ante todo transformación de nuestro ser por Él y con
Él.
2.2 Esto significa participación en su
propio ser y obrar, como ya enseñó audazmente Pedro en su carta, que por las
promesas de Dios llegamos a ser "partícipes de la naturaleza divina"
(2 Pe 1,4). Es también lo que contemplamos en el quinto misterioso glorioso del
Santo Rosario: María, la Madre de Jesús, reina. No reina en lugar de Cristo,
sino con Él. Y a eso estamos llamados nosotros también. Al fin y al cabo, más
que siervos ya hemos sido llamados amigos (cf. Jn 15,15). Amigos que comparten
un mismo Pan y un mismo Cáliz.
http://fraynelson.com/homilias.html.
No hay comentarios:
Publicar un comentario