¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 11ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Comentario
A veces se presenta el
Evangelio del amor en agudo contraste con el Dios de la justicia, que sería el
del Antiguo Testamento. Es una simplificación demasiado grande. A ella se suele
añadir esta idea: la ley de Moisés, resumida finalmente en los Mandamientos,
termina acusándonos porque exige demasiado en su meticulosidad; por el
contrario, la ley nueva, la del Evangelio, no pide "detalles" sino
sólo "actitudes generales." En un cierto momento esta línea de
pensamiento, que ha servido de base a bastante de la teología moral reciente,
llega a la conclusión de que es casi imposible que alguien se condene, porque,
en primer lugar, Dios es amorosísimo, y en segundo lugar, es difícil que
alguien falle en tener algo de bueno. Al fin y al cabo, "en el fondo"
todos somos buenos.
Esta postura tiene algo muy
valioso, que es subrayar, la primacía del amor. Se equivoca, sin embargo, en la
vaguedad con que presenta el hecho de amar, y también se equivoca al pensar o
hacernos pensar que el amor es siempre una experiencia deliciosa, como si amar
fuera siempre un poco estar enamorado.
El evangelio de hoy nos baja
de esa nube. He aquí a Cristo pidiendo que amemos a los enemigos. Para quien
haya tenido un enemigo de verdad, de esos que se gozan si tú caes y se
entristecen si las cosas te salen bien, las palabras de Cristo son casi un
imposible. ¿Habrá alguien para quien sea deleitable amar a quien muestra
semejantes actitudes, no generales, sino muy particulares? Y por cierto, ¿no es
eso más exigente que toda la ley de Moisés junta?
Y sin embargo, Cristo lo
mandó y, que se sepa, nunca se desdijo. De lo cual aprendemos que amar es otra
cosa, es algo que envuelve experiencias muy dulces pero que no se reduce a la
dulzura. Pasa por el misterio de la Cruz y trasciende las fronteras de nuestros
límites naturales, si queremos usar esa expresión. Quiero decir: hay un momento
en que amar no es espontáneo, no es "natural." Tampoco es
"antinatural;" sencillamente es "sobrenatural": es algo que
supera nuestra naturaleza, elevándola como sólo Dios sabe y puede hacerlo a
través del don de su Espíritu.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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