¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio, en este jueves en que celebramos la Memoria de Santa Teresa del Niño Jesús,
Virgen y Doctora de la Iglesia.
Dios
los bendiga…
Evangelio según san Mateo 18, 1-5
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?»Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo:«Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí».
Comentario
El triunfo de la sencillez
La popularidad de Teresa del Niño Jesús es uno de los fenómenos
más impresionantes de nuestros tiempos. No muchas jóvenes fallecidas antes de
los 24 años de edad hace más de 100 años podrían ser recordadas hoy por mucha
gente, y uno diría que la austeridad de un convento de clausura no es el camino
más firme hacia esa clase de fama.
Al parecer, hay razones sólidas para esa popularidad. No son
razones con nombre extraño o rimbombante sino todo lo contrario. Es el dulce
encanto de la sencillez; es la increíble atracción que produce un alma sincera;
es la fascinación que despierta ver a alguien enamorado del Infinito y en
verdadera resolución por alcanzarlo: todo eso es Teresa del Niño Jesús.
Un paralelo extraño pero útil
Personalmente no puedo dejar de pensar en una comparación extraña.
Los breves años de vida de Teresa del Niño Jesús--o Santa Teresita, como muchos
la llaman--coinciden con la rabiosa y abundante producción intelectual de uno
de los enemigos jurados del cristianismo, Friedrich Nietzsche. Dos figuras tan
diversas, prácticamente opuestas, como Santa Teresita y Nietszcshe parece que
no cupieran en una sola frase y sin embargo, algo podemos aprender de ponerlos
juntos.
La gran propuesta de Nietzsche es el "super-hombre" o
sea, un modo nuevo de humanidad que va más allá del bien y del mal, y que no
tiene más guía que la explosión gozosa de eso que se llama VIDA. Según él, la
atención a lo que las cosas debieran ser es solo un freno que humilla y
acompleja a lo que hay de más vigoroso y feliz en nosotros. El triste final de
su experimento es la sinrazón. Loco y solo, Nietzsche enfrenta la muerte en
pasiva derrota que contradice su afán de gozo y de vida plena.
Teresita busca en cambio el camino de la humildad, que puede parecer
una locura, a ojos del mundo, pero que finalmente conduce a la sabiduría, y en
modo tal, que la Iglesia la considera Doctora, es decir, maestra excelsa por su
doctrina y santidad.
La soberbia y la humildad: caminos opuestos
En la vida de Teresita se cumple muy bien lo que un día oí
predicar al P. Fernando Umaña: "La soberbia sólo puede ser principio de
locura porque el soberbio sólo quiere que impere su propia opinión, y para ello
tiene que negar la realidad exterior y desconectarse de ella."
"Por el contrario," sigue enseñando el P. Umaña,
"la humildad nos prepara para oír la voz de otros precisamente porque nos
cuenta que nuestra propia voz no es la única ni tal vez la más importante. El
que descubre la humildad descubre también la obediencia; y el que así descubre
la obediencia se hace rico en sabiduría, sin empobrecer a otros."
http://fraynelson.com/homilias.html.
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