¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 30ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Lucas 14,1-6.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Está permitido curar en sábado o no?". Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?". A esto no pudieron responder nada.
Comentario
a) Otra curación en
sábado. El lunes pasado leíamos una que hizo Jesús con la mujer encorvada. Hoy
es con un hombre aquejado del mal de la hidropesía, la acumulación de líquido
en su cuerpo.
Pero no importa tanto el
hecho milagroso, que se cuenta con pocos detalles. Lo fundamental es el diálogo
de Jesús con sus adversarios sobre el sentido del sábado: una vez más da a
entender que la mejor manera de honrar este día santo es practicar la caridad
con los necesitados. Y les echa en cara que por interés personal -por ejemplo
para ayudar a un animal de su propiedad- sí suelen encontrar motivos para
interpretar más benignamente la ley del descanso. Por tanto no pueden acusarle
a él si ayuda a un enfermo.
b) Uno de los 39 trabajos
que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por
religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no
puede venir de Dios. Será, como en el caso de aquí, una interpretación
exagerada, obra de escuelas rigoristas.
¿Qué excusas ponemos
nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del
hermano, y tranquilizar
así nuestra conciencia? ¿El rezo? ¿El trabajo? ¿El derecho al descanso?
Sí, el domingo es día de
culto a Dios, de agradecimiento por sus grandes dones de la creación y de la
resurrección de Jesús. Todo lo que hagamos para mejorar la calidad de nuestra
Eucaristía dominical y para dar a esa jornada un contenido de oración y de
descanso pascual, será poco.
Pero hay otros aspectos
del domingo que también pertenecen a su celebración en honor del Resucitado: es
un día de alegría, todo él -sus veinticuatro horas- vivido pascualmente,
sabiendo encontrarnos a nosotros mismos y nuestra paz y armonía interior y
exterior, un día de contacto con la naturaleza, por poco que podamos. Y también
un día de apertura a los demás: vida de familia y de comunidad -que nos resulta
menos posible los días entre semana- y un día de "saber descansar
juntos", cultivando valores humanos importantes. Un día de caridad, en que
se nos ocurran detalles pequeños de humanidad con los demás: ¿a qué enfermo de
hidropesía ayudamos a sanar en domingo? ¿No hay personas a nuestro lado con
depresiones o agobiadas por miedos o complejos, a las que podemos echar una
mano y alegrar el ánimo?
Jesús iba a la sinagoga,
los sábados. Y parece como que además prefiriera ese día precisamente para
ayudar a las personas curándolas de sus males. Sus seguidores podríamos
conjugar también las dos cosas.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME
TUS CAMINOS 6
Tiempo
Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona
1997. Págs. 232-236
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