¡Amor y paz!
El relato de Marcos
empieza con un dato sorprendente: los parientes de Jesús, al oír que él se
estaba volviendo loco, resuelven ir por él. La locura era signo de posesión
diabólica. Calificar de loco a alguien ha sido siempre una buena forma de
excluirlo, anularlo y condenarlo. Con Jesús quisieron aplicar también esta
táctica. Si sus enemigos tuvieran éxito en ella, la figura de Jesús se
derrumbaría por sí misma.
Por eso, ante el
comentario callejero de la locura de Jesús, era natural que reaccionara su
familia, afectada por el problema. Había que disuadir a Jesús de esa Causa que
anunciaba y que sólo traía riesgos (posiblemente un apedreamiento, ya que la
locura era considerada posesión diabólica).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 2ª. semana del
Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Marcos 3,20-21
En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.
Comentario
En el caso de Jesús,
seguir el dictamen de la familia significaba abandonar la Causa del Reino. Y no
siempre la familia es la que mejor comprende el proyecto radical de uno de sus
miembros.
La propuesta del Reino, en
efecto, iba muy lejos. Implicaba una comunidad no basada en la carne y en la
sangre, sino cimentada en los valores del amor y de la justicia. La igualdad,
la solidaridad y la fraternidad universal significaban romper con el modelo de
familia tradicional. Había que sentirse hermano del que hasta entonces era
considerado excluido, impuro, forastero, enemigo, pecador...
Por eso Jesús no podía
estar de acuerdo con sus parientes que, dejándose llevar de la calificación de
loco que le daban sus enemigos, trataban de retirarlo de su misión. El
evangelista no excluye a la madre de Jesús de este episodio.
Pero Jesús hizo lo que la
Causa del Reino le pedía: rechazó la acusación de loco o demoníaco, tampoco se
plegó al paternalismo familiar (lo que hubiera significado una negación de la
causa de la justicia), y dejó bien establecido -como lección permanente para el
futuro- que el modelo de fraternidad del Reino está por encima y va más allá de
cualquier lazo familiar, y establece algo más duradero, menos vulnerable: un
amor abrasado que se basa en la justicia y la lleva a su plenitud.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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