¡Amor y paz!
En el evangelio hemos visto cómo la gente busca a
Jesús, al día siguiente de la multiplicación de los panes. Pero Jesús les tiene
que echar en cara que la motivación de esta búsqueda es superficial: «me
buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros». Se quedan en el hecho, pero no llegan al mensaje. Como la samaritana
que apetecía el agua del pozo, cuando Jesús le hablaba de otra agua.
Con sus milagros, Jesús quiere que las personas
capten su persona, su misterio, su misión. «Que crean en el que Dios ha
enviado».
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este lunes de la tercera se mana de Pascua.
Dios nos bendice…
Evangelio según San Juan 6,22-29.
Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Comentario
Es admirable, a lo largo del evangelio, ver cómo
Jesús, a pesar de la cortedad de sus oyentes, los va conduciendo con paciencia
hacia la verdadera fe: «yo soy la luz», «yo soy la vida», «yo soy el Pastor».
Aquí, a partir del pan que han comido con gusto, les ayudará a creer en su
afirmación: «yo soy el pan que da la vida eterna».
Como Jesús, con pedagogía y paciencia, fue
conduciendo a la gente a la fe en él, a partir de las apetencias meramente
humanas -el pan para saciar el hambre, el mesianismo humano y político que
buscaba Pedro-, también nosotros deberíamos ayudar a nuestros hermanos, jóvenes
y mayores, a llegar a captar cómo Jesús es la respuesta de Dios a todos
nuestros deseos y valores.
Buscar a Jesús porque multiplica el pan humano es
flojo, pero es un punto de partida. El hombre de hoy, aunque tal vez no
conscientemente, busca felicidad, seguridad, vida y verdad. Como la gente de
Cafarnaúm, anda bastante desconcertado, buscando y no encontrando respuesta al
sentido de su vida.
Hay buena voluntad en mucha gente. Lo que necesitan
es que alguien les ayude. A veces tienen una concepción pobre de la fe
cristiana, por temor o por un sentido meramente de precepto, o por interés:
algunos buscan a Dios por los favores que de él esperan, sin buscarle a él
mismo. Si nosotros los cristianos, con nuestra palabra y nuestras obras, les
ayudamos y les evangelizamos, pueden llegar a entender que la respuesta se
llama Jesús, y del pan humano y caduco podrán pasar a apreciar el Pan que es
Cristo y el Pan que nos da Cristo.
Nosotros, los que celebramos con frecuencia la
Eucaristía, ya sabemos distinguir bien entre el pan humano y el Pan eucarístico
que es la Carne salvadora de Cristo. Esta conciencia nos debe llevar a una
jornada vivida mucho más decididamente en el seguimiento de ese Cristo Jesús
que es a la vez nuestro alimento y nuestro Maestro de vida.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 62-64
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 62-64
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