¡Amor y paz!
¿Cómo estamos construyendo
nosotros el edificio de nuestra casa, de nuestra persona, de nuestro futuro? ¿Cómo
edificamos nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra Iglesia y sociedad?
La imagen del Evangelio
hoy nos interpela en este Adviento, para que reorientemos claramente nuestra
vida.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 1ª. Semana de
Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Comentario
Si en la construcción de
nuestra propia personalidad o de la comunidad nos fiamos de nuestras propias
fuerzas, o de unas instituciones, o unas estructuras, o unas doctrinas, nos
exponemos a la ruina. Es como si una amistad se basa en el interés, o un
matrimonio se apoya sólo en un amor romántico, o una espiritualidad se deja
dirigir por la moda o el gusto personal, o una vocación sacerdotal o religiosa
no se fundamenta en valores de fe profunda. Eso sería construir sobre arena. La
casa puede que parezca de momento hermosa y bien construida, pero es puro
cartón, que al menor viento se hunde.
Debemos construir sobre la
Palabra de Dios escuchada y aceptada como criterio de vida.
Seguramente todos tenemos ya
experiencia, y nuestra propia historia ya nos va enseñando la verdad del aviso
de Jesús. Porque buscamos seguridades humanas, o nos dejamos encandilar por
mesianismos fugaces que siempre nos fallan. Como tantas personas que no creen
de veras en Dios, y se refugian en los horóscopos o en las religiones
orientales o en las sectas o en los varios mesías falsos que se cruzan en su
camino.
El único fundamento que no
falla y da solidez a lo que intentamos construir es Dios.
Seremos buenos arquitectos
si en la programación de nuestra vida volvemos continuamente nuestra mirada
hacia él y hacia su Palabra, y nos preguntamos cuál es su proyecto de vida,
cuál es su voluntad, manifestada en Cristo Jesús, y obramos en consecuencia. Si
no sólo decimos oraciones y cantos bonitos, ¡Señor, Señor!, sino que nuestra
oración nos compromete y estimula a lo largo de la jornada. Si no nos
contentamos con escuchar la Palabra, sino que nos esforzamos porque sea el
criterio de nuestro obrar.
Entonces sí que serán
sólidos los cimientos y las murallas y las puertas de la ciudad o de la casa
que edificamos.
Tenemos un modelo
admirable, sobre todo estos días de Adviento, en María, la Madre de Jesús. Ella
fue una mujer de fe, totalmente disponible ante Dios, que edificó su vida sobre
la roca de la Palabra. Que ante el anuncio de la misión que Dios le
encomendaba, respondió con una frase que fue la consigna de toda su vida, y que
debería ser también la nuestra: «hágase en mí según tu Palabra». Es nuestra
maestra en la obediencia a la Palabra.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995. Págs. 25-27
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995. Págs. 25-27
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