¡Amor y paz!
Rechazado en su pueblo,
Nazaret, Jesús va a Cafarnaún. Habla "con autoridad" a la gente y
despierta la admiración de todos.
Allí hace el primer
"signo": libera a un poseso de su mal. Predica y a la vez libera. La
Buena Noticia es que ya está actuando en este mundo la fuerza salvadora de
Dios. El mal empieza a ser vencido. Un exorcismo: la primera victoria de Jesús
contra el maligno. El demonio lo expresa certeramente: "¿has venido a
destruirnos?". Y protesta: naturalmente, el mal no quiere perder terreno.
Los contemporáneos de
Jesús unían lo físico y lo espiritual. La causa del mal de una persona
-corporal, anímico, espiritual- la atribuían normalmente a los espíritus malignos.
Sea cual sea el origen de estos males, Jesús libera a toda la persona: a veces
le cura de su enfermedad, otras de su posesión maligna, otras de su muerte, y
sobre todo, de su pecado. Hay una visión integral de la persona: de sus males y
de su salvación (José Aldazabal).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 4,31-37.
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Comentario
Las tentaciones no
deben asustarte; es a través de ellas que Dios quiere probar y fortificar tu
alma, y él te da, al mismo tiempo, la fuerza para vencerlas. Hasta aquí tu vida
ha sido la de un niño; desde ahora el Señor quiere tratarte como adulto. Ahora
bien, las pruebas de un adulto son muy superiores a las de un niño, y esto
explica porque tú, al principio te has turbado tanto. Pero la vida de tu alma
pronto recuperará su calma, eso no va a tardar. Ten aún un poco de paciencia, y
todo irá mejorando.
Deja, pues, caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di: «¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
Deja, pues, caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di: «¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
San
[Padre] Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino
Epistolario 3, 626 y 570; CE 34
Epistolario 3, 626 y 570; CE 34
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2001-2013
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