¡Amor y paz!
Todos estamos llamados a
la santidad y la mejor manera de llegar a ella es cumpliendo los mandamientos. Pero
cumplir los mandamientos no tiene por qué entristecernos. San Francisco de Sales decía que “Un santo triste es un triste santo”.
Evidentemente, la lectura del Evangelio nos hará concluir hoy que la alegría y la
felicidad plenas las podemos alcanzar sólo si cumplimos los mandamientos, especialmente el principal, el del amor.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 5ª. Semana de
Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 15,9-11.
Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.
Comentario
“Dios ama al que da con
alegría”, dice San Pablo (2 Cor 9,7) El mejor medio para manifestar nuestro
agradecimiento a Dios y a los demás, es aceptarlo todo con alegría. Un corazón
alegre es el resultado lógico de un corazón ardiente en amor. Los pobres se
sentían atraídos por Jesús porque en él habitaba algo mayor que él, irradiaba
esta fuerza a través de sus ojos, sus manos, por todo su cuerpo. Todo su ser
manifestaba la entrega de sí mismo a Dios y a los humanos.
¡Que
nada nos pueda preocupar de tal modo que nos llene de tristeza y de desánimo,
que nos quite el gozo de la resurrección! La alegría no es una simple cuestión
de temperamento cuando se trata de servir a Dios y a las almas; exige siempre
un esfuerzo. Esto es una razón más para intentar adquirirla y hacerla crecer en
nuestros corazones. Incluso, si tenemos poco para compartir, siempre nos
quedará la alegría que nace de un corazón enamorado de Dios.
Por
todas partes del mundo, la gente está sedienta y hambrienta del amor de Dios.
Nosotros respondemos a esta necesidad cuando sembramos la alegría. Es una de
las mejores fortalezas contra la tentación. Jesús puede tomar plena posesión de
un alma que se abandona en él con alegría.
Beata
Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la
Caridad
No hay alegría más grande, p. 33
No hay alegría más grande, p. 33
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