¡Amor y paz!
Entre quienes seguían a
Jesús aparecen hoy también "su madre y sus hermanos", o sea, María su
madre y los parientes de Nazaret, que en lengua hebrea se designan
indistintamente con el nombre de "hermanos". El Señor aprovecha la
ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia o de comunidad:
"mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la
ponen por obra".
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el evangelio y el comentarlo, en este martes de la XXV Semana del Tiempo
Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte". Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
Comentario
Estaba Jesús hablando,
cuando se presentó alguien con la noticia de que su familia estaba afuera
esperando que saliera, porque el gentío era tan grande que no podían llegar
hasta Él. Jesús no sale, y al aviso de que la familia está afuera y quieren
verlo, responde: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de
Dios y la cumplen”.
La frase de Jesús reitera su pensamiento sobre la Palabra: que hay que escucharla, asumirla, irradiarla, y ahora, hacerla práctica, es decir, testificarla con las obras. De esta manera, “hacemos la voluntad del Padre”. Pues, para Lucas “hacer la voluntad del Padre” significa, ante todo, “escuchar y poner en práctica la Palabra”.
La frase de Jesús reitera su pensamiento sobre la Palabra: que hay que escucharla, asumirla, irradiarla, y ahora, hacerla práctica, es decir, testificarla con las obras. De esta manera, “hacemos la voluntad del Padre”. Pues, para Lucas “hacer la voluntad del Padre” significa, ante todo, “escuchar y poner en práctica la Palabra”.
Para muchos, la frase de
Jesús está cargada de dureza y desprecio por su familia, pero por duro que
parezca ese comportamiento, para Él, ante el Reino, todo pasaba a segundo
plano: no estaba dispuesto a que nadie malinterpretara el contenido del Reino;
ni los jefes religiosos ni la familia pueden intentar encerrarlo en el estrecho
círculo de la tradición o de las obligaciones familiares. El futuro, ya
presente, es algo inédito y está por construir; no se le puede definir de
acuerdo al pasado; los marcos estrechos son rotos por Jesús.
La verdadera familia de
Jesús no está constituida pues por los lazos de la carne o de la sangre, sino
por la obediencia a la Palabra de Dios. Nos hacemos hermanos de Jesús y
miembros de su «nueva familia» por el compromiso que asumamos con su proyecto.
Es decir, si nos comprometemos en la construcción del Reino de Dios con una
actitud profética que esté siempre a la escucha de la Palabra; que no calle
ante el dolor y el sufrimiento y que grite con toda su voz contra el hambre, la
miseria, la opresión y la muerte, contra la hipocresía y la injusticia, contra
el egoísmo, contra la falta de compromiso con los empobrecidos, contra la
cobardía e insensibilidad frente a la realidad cruel que vivimos. Ser parte de
la familia de Jesús es, en definitiva, compartir su vida y su proyecto: liberar
de todas la esclavitudes a los empobrecidos de la tierra.
Servicio
Bíblico Latinoamericano
¿Hay hackers de este blog en Redmond, Washington?
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