¡Amor
y paz!
En
el mundo hay una tremenda crisis de fe. Muchos millones de seres humanos
jamás han oído hablar de Jesús ni de su Evangelio. Otros tuvieron en algún
momento información sobre Él y su Palabra. Otros más lo conocen bien y hasta
recuerdan fácilmente pasajes del Evangelio, pero su fe es débil, no celebran lo
que creen, ni viven lo que celebran. En realidad, no conozco estadísticas sobre cuántos
tienen una fe sólida y cultivada, participan en las celebraciones y demuestran coherencia entre su vida y sus creencias.
El
Evangelio de hoy nos presenta a dos discípulos de Jesús que sufren una crisis
de fe y caminan tristes porque hacía tres días que había muerto el ‘profeta’ de
quien esperaban que libertaría a Israel. Eso se lo cuentan al propio Señor
Resucitado, quien les dice: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta
creer todo lo que anunciaron los profetas!”
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles
de la 1ª. Semana de Pascua.
Dios
los bendiga….
Evangelio
según San Lucas 24,13-35.
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron". Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?" Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo a donde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!". Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Comentario
-Dos
discípulos iban a Emaús... y hablaban entre sí...
El
viernes último murió su amigo. Todo ha terminado.
Vuelven
a su casa. Ya no esperan nada. "Nosotros esperábamos..." Estas
palabras están llenas de una esperanza perdida. Me imagino su decepción. Camino
con ellos. Les escucho. En toda vida humana esto sucede algún día: una gran
esperanza perdida, una muerte cruel, un fracaso humillante, una preocupación,
una cuestión insoluble, un pecado que hace sufrir.
Humanamente, no hay salida.
-Jesús
se les acercó e iba con ellos... pero sus ojos estaban ciegos, no podían
reconocerle... "¿De qué estáis hablando? Parecéis tristes."
Por
su camino has venido a encontrarles; e inmediatamente te interesas por sus
preocupaciones. Tú conoces nuestras penas y nuestras decepciones. Me alivia
pensar que no ignoras nada de lo que soporto en el fondo de mí mismo.
Me dejo
mirar e interrogar por ti.
-Lo
de Jesús Nazareno... Cómo le entregaron nuestros magistrados para que
fuese
condenado a muerte y crucificado...
Jesús
deja que se expresen detenidamente, sobre sus preocupaciones.
No se
da a conocer enseguida: deja que hablen, que se desahoguen.
-Bien
es verdad que ciertas mujeres de entre nosotros nos han sobresaltado:
Habiendo
ido ellas de madrugada al sepulcro, no encontraron su cuerpo.
Ellos
tampoco están muy dispuestos a creer.
Todos
los relatos del evangelio son unánimes sobre este punto; dudan, no esperan la
resurrección, están desconcertados...
El
relato de San Lucas ha sido elaborado totalmente para hacernos comprender
"cómo se puede reconocer a Jesús"... cómo se avanza lentamente de la
"duda", de la "desesperación" a la fe.
-¡Hombres
tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! Y comenzando
por Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a él se refería
en todas las Escrituras.
He
aquí el primer método para "reconocer" a Jesús: tomar contacto,
profundamente, cordialmente, con las Escrituras con la Palabra de Dios.
El
Antiguo Testamento esclarece el Nuevo. La Biblia introduce al evangelio. El
proyecto de Dios prosigue sin ruptura.
Lo
que se realiza en Jesucristo, es lo que Dios preveía desde toda la eternidad,
es lo que Él
había ya comenzado en la Historia del pueblo de Israel. ¡Cómo hubiéramos
querido estar allí para escuchar los comentarios de Isaías hechos por el mismo
Jesús! Hacer "oración". Procurar por encima de todo tener unos
momentos de corazón a corazón. Leer y releer la Escritura.
-Puesto
con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les
abrieron los ojos y le reconocieron.
Esta
es la segunda experiencia para "reconocer a Jesús": la eucaristía, la
fracción del pan. La eucaristía es el sacramento, el signo eficaz de la
presencia de Cristo resucitado. Es el gran misterio de la Fe: un signo muy
pobre, un signo muy modesto.
Comulgar
con el "Cuerpo de Cristo". Valorar la eucaristía por encima de todo.
Arrodillarse alguna vez ante un sagrario.
En el
mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén.
Siempre
la "misión". Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a
Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.
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