miércoles, 11 de abril de 2012

¡Cómo les cuesta creer a algunos!

¡Amor y paz!

En el mundo hay una tremenda crisis de fe. Muchos millones de seres humanos jamás han oído hablar de Jesús ni de su Evangelio. Otros tuvieron en algún momento información sobre Él y su Palabra. Otros más lo conocen bien y hasta recuerdan fácilmente pasajes del Evangelio, pero su fe es débil, no celebran lo que creen, ni viven lo que celebran. En realidad, no conozco estadísticas sobre cuántos tienen una fe sólida y cultivada, participan en las celebraciones y demuestran coherencia entre su vida y sus creencias.

El Evangelio de hoy nos presenta a dos discípulos de Jesús que sufren una crisis de fe y caminan tristes porque hacía tres días que había muerto el ‘profeta’ de quien esperaban que libertaría a Israel. Eso se lo cuentan al propio Señor Resucitado, quien les dice: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!”

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la 1ª. Semana de Pascua.

Dios los bendiga….

Evangelio según San Lucas 24,13-35.
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron". Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?" Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo a donde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!". Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Comentario

-Dos discípulos iban a Emaús... y hablaban entre sí...

El viernes último murió su amigo. Todo ha terminado.

Vuelven a su casa. Ya no esperan nada. "Nosotros esperábamos..." Estas palabras están llenas de una esperanza perdida. Me imagino su decepción. Camino con ellos. Les escucho. En toda vida humana esto sucede algún día: una gran esperanza perdida, una muerte cruel, un fracaso humillante, una preocupación, una cuestión insoluble, un pecado que hace sufrir. 

Humanamente, no hay salida.

-Jesús se les acercó e iba con ellos... pero sus ojos estaban ciegos, no podían reconocerle... "¿De qué estáis hablando? Parecéis tristes."

Por su camino has venido a encontrarles; e inmediatamente te interesas por sus preocupaciones. Tú conoces nuestras penas y nuestras decepciones. Me alivia pensar que no ignoras nada de lo que soporto en el fondo de mí mismo. 

Me dejo mirar e interrogar por ti.

-Lo de Jesús Nazareno... Cómo le entregaron nuestros magistrados para que 
fuese condenado a muerte y crucificado...

Jesús deja que se expresen detenidamente, sobre sus preocupaciones.

No se da a conocer enseguida: deja que hablen, que se desahoguen.

-Bien es verdad que ciertas mujeres de entre nosotros nos han sobresaltado:
Habiendo ido ellas de madrugada al sepulcro, no encontraron su cuerpo.

Ellos tampoco están muy dispuestos a creer.

Todos los relatos del evangelio son unánimes sobre este punto; dudan, no esperan la resurrección, están desconcertados...

El relato de San Lucas ha sido elaborado totalmente para hacernos comprender "cómo se puede reconocer a Jesús"... cómo se avanza lentamente de la "duda", de la "desesperación" a la fe.

-¡Hombres tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! Y comenzando por Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a él se refería en todas las Escrituras.

He aquí el primer método para "reconocer" a Jesús: tomar contacto, profundamente, cordialmente, con las Escrituras con la Palabra de Dios.

El Antiguo Testamento esclarece el Nuevo. La Biblia introduce al evangelio. El proyecto de Dios prosigue sin ruptura.

Lo que se realiza en Jesucristo, es lo que Dios preveía desde toda la eternidad, es lo que Él había ya comenzado en la Historia del pueblo de Israel. ¡Cómo hubiéramos querido estar allí para escuchar los comentarios de Isaías hechos por el mismo Jesús! Hacer "oración". Procurar por encima de todo tener unos momentos de corazón a corazón. Leer y releer la Escritura.

-Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron.

Esta es la segunda experiencia para "reconocer a Jesús": la eucaristía, la fracción del pan. La eucaristía es el sacramento, el signo eficaz de la presencia de Cristo resucitado. Es el gran misterio de la Fe: un signo muy pobre, un signo muy modesto.

Comulgar con el "Cuerpo de Cristo". Valorar la eucaristía por encima de todo. Arrodillarse alguna vez ante un sagrario.

En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén.

Siempre la "misión". Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.

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