sábado, 15 de octubre de 2011

Quien reconozca a Jesús ante los hombres, será reconocido por Él delante de Dios

¡Amor y paz!

Jesús nos animaba ayer a dar testimonio de Él porque Dios nunca nos olvida. Hoy nos da otro motivo para tener valor a la hora de la persecución y de la prueba: el Señor mismo dará testimonio en favor nuestro ante Dios el día del juicio. Jesús nos promete hoy también que el Espíritu Santo nos auxiliará cuando seamos llevados ante los tribunales y cuestionados por nuestra fe.

Sin duda fue la Santa Trinidad bendita la que acudió en ayuda de San Justino y sus compañeros cuando fueron presentados ante el prefecto de Roma para ser juzgados. Recordemos ese heroico testimonio y pensemos si será tan grande nuestra fe como para confesarnos cristianos ante alguien que por ello amenaza nuestra vida.

Los invito, hermanos, a leer antes el Evangelio en este sábado de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 12,8-12. 
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.  Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".
Testimonio

    Prendidos, pues, los santos citados, fueron presentados al prefecto de Roma, por nombre Rústico, que les preguntó:
- ¿Qué doctrina profesas?
Justino respondió:
- He procurado tener noticia de todo linaje de doctrinas; pero sólo me he adherido a las doctrinas de los cristianos...
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Qué dogma es ése?
Justino respondió:
- El dogma que nos enseña a dar culto al Dios de los cristianos, al que tenemos por Dios único, el que desde el principio es hacedor y artífice de toda la creación, visible e invisible; y al Señor Jesucristo, por hijo de Dios, el que de antemano predicaron los profetas que había de venir al género humano, como pregonero de salvación y maestro de bellas enseñanzas.
Y yo, hombrecillo que soy, pienso que digo bien poca cosa para lo que merece la divinidad infinita, confesando que para hablar de ella fuera menester virtud profética, pues proféticamente fue predicho acerca de éste de quien acabo de decirte que es hijo de Dios. Porque has de saber que los profetas, divinamente inspirados, hablaron anticipadamente de la venida de Él entre los hombres.
El prefecto Rústico dijo:
- ¿Dónde os reunís? ¿Dime dónde os reunís, quiero decir, en qué lugar juntas a tus discípulos?
Justino respondió:
- Yo vivo junto a cierto Martín, en el baño de Timiolino, y ésa ha sido mi residencia todo el tiempo que he estado esta segunda vez en Roma. No conozco otro lugar de reuniones sino ése. Allí, si alguien quería venir a verme, yo le comunicaba las palabras de la verdad.
El prefecto Rústico dijo:
- Luego, en definitiva, ¿eres cristiano?
Justino respondió:
- Sí, soy cristiano.
El prefecto Rústico dijo a Caritón:
- Di tú ahora, Caritón, ¿también tú eres cristiano?
Caritón respondió:
- Soy cristiano por impulso de Dios.
El prefecto Rústico dijo a Caridad:
- ¿Tú qué dices, Caridad?
Caridad respondió:
- Soy cristiana por don de Dios...
Peón se levantó y dijo: Yo también soy cristiano.
El prefecto Rústico dijo a Liberiano:
- ¿Y tú qué dices? ¿También tú eres cristiano? ¿Tampoco tú tienes religión?
Liberiano respondió:
- También yo soy cristiano; en cuanto a mi religión, adoro al solo Dios verdadero.
El prefecto dijo a Justino:
- Escucha tú, que pasas por hombre culto y crees conocer las verdaderas doctrinas. Si después de azotado te mando cortar la cabeza, ¿estás cierto que has de subir al cielo?
Justino respondió:
- Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones de Dios; y sé, además, que a todos los que hayan vivido rectamente, les espera la dádiva divina hasta la conflagración de todo el mundo.
El prefecto Rústico dijo:
- Así, pues, en resumidas cuentas, te imaginas que has de subir a los cielos a recibir allí no sé qué buenas recompensas.
Justino respondió:
- No me lo imagino, sino que lo sé a ciencia cierta, y de ello tengo plena certeza. 

Actas del martirio de San Justino y compañeros (año 163) 
(Trad. BAC 75, 311-316)
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