¡Amor y paz!
Seamos perfectos en el amor, como nuestro Padre celestial es perfecto.Esa es la invitación que se deriva del Evangelio de hoy.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 12,28-34.
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Comentario
Jesús sigue rodeado de personas ansiosas por saber más acerca de su mensaje. Uno de los convidados toma la palabra queriendo saber qué mandamientos seguir para acceder al Reino. Jesús le resume todos los mandamientos en una antigua ley del Deuteronomio (6, 4-5), que recalca el amor a Dios con todo nuestro ser antes que ninguna otra cosa. Y luego toma otro mandato antiguo, que aparece en el Levítico (19, 18), y ratifica el amor que se debe dar al prójimo. La gran originalidad de Jesús está en que une los dos mandamientos, indicando que uno no se puede cumplir sin el otro. Sólo se puede amar a Dios amando al prójimo.
Las preguntas que con bastante sabiduría le hacen a Jesús algunas personas del pueblo nos dan a entender que Dios siempre ha estado presente y trabajado en todos los pueblos, en sus culturas, en todos los tiempos, depositado siempre las semillas de su Reino. Y esas preguntas un día llegan a su plenitud, se encuentran con Jesús y quedan respondidas por él. Las leyes antiguas que utiliza Jesús para responder a la pregunta que le hacen, así lo ratifican. Jesús responde con libertad y confianza porque comprueba que está vivo el deseo por encontrar el camino correcto y de tener acceso a Dios.
La comunidad, a partir de la respuesta de Jesús, entiende que el amor a Dios no está puesto fuera de la esfera humana. Es decir, amar a Dios sólo es posible amando al prójimo; y el amor que se practique con Dios debe ser igual al practicado con las demás personas. Con esta forma de unir a Dios y al ser humano, Jesús abre un panorama nuevo: se sale de la práctica deshumanizada de la ley, para llegar a lo importante: la humanización, el crecimiento cualitativo del ser humano. Aquí está la gloria de Dios y su máximo mandamiento. Lo importante será el ser humano y no las leyes que matan a las personas para rendir culto a un falso dios. Ahora el hombre es reconocido en su verdadera dimensión y se le quita al poderoso la oportunidad de manipular la ley en su favor.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)+
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