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domingo, 18 de mayo de 2014

Jesús satisface nuestra sed de Dios

 ¡Amor y paz!

Jesús anuncia que se va. La escena nos sitúa ante el llamado discurso de despedida de Jesús a sus discípulos. La escena empieza y acaba con una invitación de Jesús a creer (14,1.11-12). Y en medio, encontramos: la explicación del por qué Pedro ahora no puede ir a donde va Jesús (14,2-3); el diálogo con Tomás sobre el camino hacia la casa del Padre (14,4-6); y el diálogo con Felipe sobre la identidad de Jesús (14,7-10), centrada en la afirmación: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.

Antes Pedro ha expresado el deseo de seguir a Jesús hacia el lugar a donde va o a donde vuelve (13,36-38); incluso ha manifestado que está dispuesto a dar la vida por seguir a Jesús. Pero Pedro sólo irá por la fe en Jesús resucitado. Por eso, Jesús empieza con una llamada a la fe. Si ahora los discípulos no pueden seguirle, han de continuar apoyándose en su persona, tal como el creyente se apoya en Dios: ¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios" (Si 42,6.12; 43,5).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este V Domingo de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 14,1-12.
Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."
Comentario

Jesús vuelve a la casa del Padre para prepararnos allí un lugar. Y el lugar dispuesto no es tanto un espacio como una existencia con Jesús en el Padre. Jesús nos dispone una estancia junto al Padre. La fe muestra la casa del Padre, el banquete festivo con el Padre, e invita a la vez, aquí y ahora, a poner nuestra atención en Jesús, el camino que lleva a él. El camino es una opción: Seguid el camino que Yahvé vuestro Dios os ha trazado: así viviréis, seréis felices y prolongaréis vuestros días en la tierra que vais a tomar en posesión (Dt 5,33). Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia (Dt 30,15-19).

Jesús se presenta como el camino hacia el Padre. El salmo 43,3 afirma que sólo la luz y la verdad conducen al lugar donde reside Dios. Jesús es la luz (ó,12; 9,5) y la verdad (8,32; 18,37-38) que nos guía. Por eso, Jesús recuerda a Tomás, y a todos, que hagamos nuestra su pregunta: si creemos que él es la Verdad y la Vida, seguro que hallaremos en él el camino que lleva al Padre, a quien él retorna y donde ya está.

Jesús se presenta tan Dios como su Padre. Es aquí Felipe quien nos ayuda a plantearnos la relación entre Jesús y el Padre. Jesús es Dios hecho hombre, su humanidad es el camino, la puerta hacia el Padre. Sólo seremos como Dios si nos unimos a Jesús por la fe, que es amor. En efecto: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. Hemos de creer que Jesús está en el Padre y el Padre en él. La fe es clave para poderlo percibir, vislumbrar o entrever.

Jesús satisface nuestra búsqueda de Dios, nuestra sed de Dios. Si buscamos a Dios, miremos a Jesús. La búsqueda de Dios es la búsqueda de todo creyente: Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios? (Sal 42,3). ¡Ahora sí sabemos que ver a Jesús es ver la faz de Dios!

JAUME FONTBONA
MISA DOMINICAL 1999/07/08

sábado, 3 de mayo de 2014

“El que cree en mí hará también las obras que yo hago”

¡Amor y paz!

En estos días en Colombia se preparan las elecciones para Presidente de la República y, simultáneamente, el Gobierno realiza diálogos con la guerrilla para poner fin a más de 50 años de desangre nacional. Sin embargo, lejos de promover un debate de altura, donde se controviertan con argumentos las ideas y propuestas, algunos que no tienen méritos para acceder a la Casa de Nariño (la residencia de los presidentes) y que además se oponen a los diálogos con los subversivos, se han dedicado a encender viejas pasiones, odios y resentimientos, por lo cual la vulgaridad, el ataque personal y el sabotaje están a la orden del día.

Es seguro que los que originan esta lamentable situación no están con Dios ni acatan su Palabra porque, como afirma Jesús hoy en su Evangelio, “el que cree en mí hará también las obras que yo hago”.

Y, como ratifica el Papa Francisco en el comentario, en la medida en que Dios logre reinar entre nosotros, “la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos”.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado en que celebramos la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago.

Dios nos bendice,

Evangelio según San Juan 14,6-14. 
Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?  ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."

Comentario

Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios… La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino: “Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6,33). El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre; Él pide a sus discípulos: “¡Proclamad que está llegando el Reino de los cielos!” (Mt 10,7).

    El Reino que se anticipa y crece entre nosotros lo toca todo y nos recuerda aquel principio de discernimiento que Pablo VI proponía con relación al verdadero desarrollo: “Todos los hombres y todo el hombre”. Sabemos que “la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre”. Se trata del criterio de universalidad, propio de la dinámica del Evangelio, ya que el Padre desea que todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en “recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo” (Ef 1,10).

El mandato es: “Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15), porque “toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios” (Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana, de manera que “la misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño”.

Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” §180-181 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

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