Mostrando entradas con la etiqueta joven. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta joven. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de septiembre de 2016

Jesús es más que un profeta: es Dios visitando a su pueblo

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 24ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 7,11-17.  
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.  
Comentario

El evangelio presenta un milagro maravilloso: Jesús resucita al único hijo de una viuda. Las obras de Jesús son portentosas; el poder de sus palabras, extraordinario; y la compasión, la clave de su misión.

Una esperanza latía en el corazón del pueblo que esperaba la salvación. Un anhelo fundado en las Escrituras: Que el Señor suscitaría en su pueblo un profeta semejante a Moisés, encargado de transmitir sus palabras, y que, al final de los tiempos, enviaría nuevamente a Elías. Lucas señala que Jesús es el profeta Elías que tenía que venir.

Los discípulos de Emaús lo recordarán después de su muerte como “un profeta poderoso en obras y palabras”. Pero su autoridad y su poder, así como la fuerza de sus palabras, manifiestan que Jesús es más que un profeta. Es Dios visitando a su pueblo. Su acción irrumpe a favor de la vida sin pedir nada a cambio del milagro. Ni siquiera la fe es necesaria. Se debe sólo y absolutamente a la compasión que Jesús experimenta frente al desamparo de una madre viuda.

Dios no se olvida de su gente. Dios no abandona a los pobres en su aflicción. La compasión puesta en obras es capaz de engendrar vida. Tiene poder sobre la muerte. ¿Soy compasivo? 

Servicio Bíblico Latinoamericano