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sábado, 5 de agosto de 2017

¡Líbranos, Señor, de un corazón dividido!


¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 17ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Primera Lectura

Lectura del libro del Levítico 25,1.8-17

El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí: «Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años. A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación haréis resonar la trompeta por todo vuestro país. Santificaréis el año cincuenta y promulgaréis la manumisión en el país para todos sus moradores. Celebraréis jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia. El año cincuenta es para vosotros jubilar; no sembraréis ni segaréis el grano de ricio (*) ni cortaréis las uvas de cepas bordes. Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comeréis de la cosecha de vuestros campos. En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad. Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques. Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos desde el jubileo. Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuantos menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas. Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor, vuestro Dios.»

Salmo

Sal 66

R/. oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Comentario

1. Año de júbilo


1.1 ¿Conocen ustedes un modelo de organización social que cuide más de la equidad o que ame más a los pobres que eso maravilloso que leemos en la primera lectura de hoy?

1.2 ¿Hay una utopía más grande o más bella, que declarar el destino universal de la tierra, de modo que nadie considere tan suyo lo propio como para llegar a la opresión o la crueldad con su hermano?

1.3 ¿No les parece que Marx o Saint-Simon, Proudhon o Lenin, se quedaron cortos en sus sueños, delante del espectáculo de solidaridad y propiedad compartida que nos ofrece el libro Levítico en esta ocasión?

1.4 ¿Alguien ha buscado con más ardor el bien de todos, sin lastimar a nadie, o se ha preocupado así por cuidar de todos, sin olvidar a nadie? Bendita sea la Palabra de Dios. Bendita la enseñanza que viene de los cielos.


2. Frutos de un corazón dividido


2.1 Herodes oía con agrado a Juan, pero no le obedecía. Su corazón, pues, estaba dividido. Herodes oía a Juan y su conciencia despertaba en lucidez; oía a Herodías, su amante, y se embriagaba en pasión. Forcejeaba entre la lucidez y la pasión, se dividía entre lo que podía disfrutar ya en las delicias de su amorío turbio, y lo que le daría paz para mañana y siempre, en la dulzura de una conciencia limpia. Estaba dividido.

2.2 Y de su división nació muerte. De su división salió la división entre el cuerpo y la cabeza de Juan. Incapaz de obedecer a su amigo, lo mató. Incapaz de escucharlo, le silenció. Incapaz de seguirlo, lo detuvo primero en la cárcel y lo encerró después en las paredes de la muerte.

2.3 También a nosotros nos acecha el mal del corazón dividido. Tenemos el corazón dividido cuando empezamos a escoger qué nos gusta o qué nos conviene de la enseñanza de la Iglesia. Estamos divididos cuando aplaudimos al Papa y no le hacemos caso. Nos tienta la división cuando hacemos una moral para uso propio o cuando defendemos ciertos principios en ciertos ambientes mientras callamos, cómplices, ante otras personas.

2.4 ¡Juan, Juan! ¡Por mérito de tu martirio, por fuerza de tu plegaria, líbranos de un corazón dividido!

http://fraynelson.com/homilias.html.

(*) Ricio:  Campo que se siembra aprovechando las espigas que quedaron sin segar, bien golpeándolas o bien dando una labor de arado. (La explicación es nuestra. M.Fratres.) 

miércoles, 21 de junio de 2017

“El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este miércoles de la undécima semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9,6-11

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios.

Salmo

Sal 111,1-2.3-4.9

R/. Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Reflexión del Evangelio del día

Dios ama al que da de buena gana

Pablo continúa en nuestro texto con el tema de la colecta y ahora añade una hermosa exhortación a la generosidad. Haciendo uso de expresiones de la sabiduría popular, espolea el amor propio de los corintios y da a ésta un cariz de alabanza a Dios. Hace de la generosidad no solo un gesto altruista y caritativo, sino que es, además, expresión de un corazón teológico, es decir, glorifica a Dios, y éste ama al que da con alegría, y a Dios nadie gana en generosidad. Abunda en esta línea cuando recurre a la confianza en Dios, quien nunca defrauda, quien comparte con el prójimo lo que es y tiene. Generosidad que es reforzada con el recurso de una alusión bíblica. Pero, cuidado, no se ha de esperar de Dios solo una recompensa material como premio a la generosa caridad; citando a Isaías, Pablo hace ver que el Señor aumentará los frutos de la justicia; lo que es lo mismo que decir que más allá de la recompensa material, está el fruto de la justicia con que el Señor premia. Y eso sin olvidar el beneficio de la gratitud que los pobres de Jerusalén manifestarán en su momento cuando reciban la generosidad de los hermanos de Corinto.

Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará

La limosna, el ayuno y la oración para el contemporáneo de Jesús no sólo eran las tres prácticas piadosas más expresivas de su religiosidad, sino que también eran la forma de practicar la justicia. De la práctica de la limosna, al parecer, se servían algunos para lograr prestancia personal anulando así su fuerza religiosa y negando el aporte a la justicia que pudiera hacer tal donación. La propuesta de Jesús es centrar la limosna en el Padre y, por tanto, en la gratuidad; la recompensa apuntará a una relación filial honda y sentida con Dios. Algo similar dice el texto evangélico sobre la oración, que nunca será excusa para el exhibicionismo religioso; al contrario, su mejor lugar será la intimidad del corazón donde se alimentará de verdad y confianza. Y el Padre sabrá calibrar este gesto de amor como nadie. Y también algo análogo respecto al ayuno; éste no es condenado en absoluto por Jesús de Nazaret, sino el que se haga como hoy se diría de postureo. El evangelio apunta en los tres casos a una relación viva e íntima con el Padre que ve nuestro interior siempre con entrañas de misericordia.
La Compañía de Jesús tiene entre sus hijos más notables a Luis Gonzaga; de origen noble, supo vaciar su corta biografía a favor de los que tenían más amenazada su existencia en la peste romana allá por 1591.

¿La comunidad disfruta de la generosidad que es capaz de ofrecer?
¿Damos pasos para que nuestro corazón sea el habitual domicilio de Dios Padre y con esa luz vivir en solidaridad fraterna?

Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba) 
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miércoles, 15 de febrero de 2017

«No volveré a maldecir a la tierra a causa del hombre...»

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en este Miércoles de la sexta semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Libro de Génesis 8,6-13.20-22. 

Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche".

Salmo 116(115),12-13.14-15.18-19. 

¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.

Cumpliré mis votos al Señor
en presencia de todo su pueblo.
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!

Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.
en los atrios de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

¡Aleluya!

Evangelio según San Marcos 8,22-26. 

Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?". El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan". Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo". 

Comentario

1. (año 1) Génesis 8,6-13.20-22

a) Sigue el relato, popular y sugerente, del diluvio, lleno de detalles simpáticos: el cuervo, la paloma, la hoja de olivo y el suspense del progresivo final del diluvio.

El Génesis nos cuenta sobre todo el sacrificio de acción de gracias que ofrece la familia de Noé sobre un altar y la promesa de Dios, llena de comprensión hacia la debilidad del hombre: «No volveré a maldecir a la tierra a causa del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud».

Está a punto de dar comienzo una nueva etapa de la humanidad, con los que ha salvado Dios del juicio del diluvio. El arca de Noé es un símbolo de la misericordia de Dios, que en justicia condena el pecado y purifica a la humanidad, pero siempre aparece dispuesto a empezar de nuevo, dando confianza a sus creaturas. Como dice el salmo, «mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles»: intenta siempre que se conviertan y vivan.

b) La humanidad tiene futuro. También ahora, a pesar de que algunas veces nos parezca que haría falta un nuevo diluvio para purificar al mundo de tanta corrupción y maldad. Sobre todo porque en Cristo Jesús, mucho más plenamente que en Noé, se ha reconciliado la humanidad con Dios de una vez por todas y en el Arca de la Iglesia todos deberían encontrar un espacio de salvación y esperanza.

Tenemos que aprender del optimismo de Dios. A Dios le gusta mucho más salvar que castigar. Cuando castiga, es como medicina y pedagogía para la conversión. Deberíamos saber dar una y otra vez un margen de confianza a los demás, a esta humanidad en la que vivimos, a esta Iglesia concreta que puede no gustarnos, a nuestra familia y comunidad, a cada uno de los que viven con nosotros, y a nosotros mismos.

Después del pecado de Adán y Eva, Dios promete la salvación. Después del asesinato de Abel, Dios da otro hijo a Eva y deja la puerta abierta a la esperanza. Después del diluvio, sella un pacto de bendición para los hombres. ¿Es así de magnánimo nuestro corazón para con el mal que descubrimos en los demás? Dios sigue creyendo en el hombre. ¿Por qué nosotros negamos un margen de confianza a nuestros hermanos?

2. Marcos 8,22-26

a) Otro signo mesiánico de Jesús, esta vez la curación progresiva del ciego. ¡Cuántas veces habían anunciado los profetas que el Mesías haría ver a los ciegos!

Esta vez Jesús realiza unos ritos un poco nuevos: lo saca de la aldea, llevándolo de la mano, le unta de saliva los ojos, le impone las manos, dialoga con él, el ciego va recobrando poco a poco la vista, viendo primero «hombres que parecen árboles» y luego con toda claridad.

Es una curación «por etapas» que puede ser que en Marcos apunte simbólicamente al proceso gradual de visión y conversión que siguen los discípulos de Jesús, que sólo lentamente, y con la ayuda de Jesús, van madurando y viendo con ojos nuevos el sentido de su Reino mesiánico. Ayer mismo leíamos que Jesús les llamaba «torpes» a sus discípulos, porque no entendían: «¿Para qué os sirven los ojos si no véis y los oídos si no oís?».

b) También nuestro camino es gradual, como lo es el de los demás. No tenemos que perder la paciencia ni con nosotros mismos ni con aquellos a los que estamos intentando ayudar en su maduración humana o en su camino de fe. No podemos exigir resultados instantáneos. Cristo tuvo paciencia con todos. Al ciego le impuso las manos dos veces antes de que viera bien. También los apóstoles al principio veían entre penumbras. Sólo más tarde llegaron a la plenitud de la visión. ¿Tenemos paciencia nosotros con aquellos a los que queremos ayudar a ver?

Este proceso nos recuerda también el itinerario sacramental: con el contacto, la imposición de manos y la unción, Cristo nos quiere comunicar su salvación por medio de su Iglesia. La pedagogía de los gestos simbólicos, unida a la palabra iluminadora, es la propia de los sacramentos cristianos en su comunicación de la vida divina. Tanto las palabras como los gestos simbólicos se han de potenciar, realizándolos bien, para que la celebración sea un momento en que se nos comunique la salvación de Dios de una manera no sólo válida, sino también educadora y pedagógica.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 164-168