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martes, 6 de octubre de 2015

Marta y María...

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendice…

Evangelio según San Lucas 10,38-42. 
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". 
Comentario

San Agustín de Hipona predicó preciosamente sobre el evangelio de hoy, en 
texto que recordamos (Sermón 104).

Son necesarios quienes se dedican a alimentar el cuerpo. ¿Por qué? Porque hay hambre y sed. También es necesaria la misericordia para hacer frente a la miseria. Partes el pan con el hambriento, porque te encontraste con uno. Si te es posible, haz desaparecer el hambre; ¿a quién darás pan? Suprime la peregrinación, ¿a quién hospedarás? Haz desaparecer la desnudez, ¿para quién preparas el vestido? Elimina la enfermedad, ¿a quién visitas? Si desaparece la cautividad, ¿a quién redimirás? Si no hay discordia, ¿a quiénes pondrás de acuerdo? Si deja de existir la muerte, ¿a quién darás sepultura? En la otra vida no habrá esas necesidades, y, como consecuencia, tampoco estos servicios.

Por tanto, Marta obraba justamente al atender la necesidad corporal del Señor -o no sé cómo decir, si necesidad o voluntad o libre necesidad-. Servía a la carne mortal. Pero ¿quién existía en carne mortal? En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). He aquí lo que oía María. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14): He aquí a quien servía Marta. Luego María eligió la mejor parte que no le será quitada. Pues eligió lo que siempre permanecerá y, por tanto, no le será quitado. Quiso ocuparse en una única cosa que ya poseía: Mi bien es estar unida a Dios (Sal 72,28). Se hallaba sentada a los pies de nuestra Cabeza, y cuanto más abajo sentada, tanto más recibía. El agua fluye a la profundidad del valle, deslizándose desde los collados encumbrados. No vituperó el Señor la obra de Marta, sino que distinguió los menesteres. Te afanas -le dijo- en muchas cosas y una sola es necesaria. Ésta ya la escogió para sí María. La preocupación por la multiplicidad de cosas pasa, mientras que el amor de la unidad permanece. Luego no le será quitado lo que eligió. Lo que tú elegiste, por el contrario -esto es lo que se deduce, lo que se sobreentiende-, lo que tu elegiste te será quitado, pero se te quitará para tu bien, para dársete lo que es mejor. Se te quitará la fatiga y se te otorgará el descanso. Tú navegas todavía, mientras que ella está ya en el puerto.

Estas dos mujeres, ambas amigas del Señor, ambas dignas de su amor, ambas discípulas suyas, son figura de dos vidas, la presente y la futura; una laboriosa y otra ociosa; una infeliz y otra dichosa; una temporal y otra eterna. Quienes lo habéis visto y comprendido habéis comprendido algo en verdad grande que deben ver y conocer quienes aún no lo han visto ni conocido. Esas dos vidas son las que os he descrito, en cuanto me ha sido posible. Vosotros reflexiona
d ahora, sin prisas sobre ellas...

http://fraynelson.com/homilias.html.

martes, 7 de octubre de 2014

Jesús nos invita a no separar oración y acción

¡Amor y paz!

Hay muchas cosas que nos inquietan en la vida. Y no sólo a nivel personal, sino también social. Encontramos a muchos que han sido apaleados y dejados medio muertos; y nos detenemos ante sus diversos males para tratar de remediarlos, pues no es justo pasar de largo ante ellos. ¡Y cómo quisiéramos que muchos que se contentan con pasarse la vida a los pies de Jesús se hicieran solidarios de nuestros trabajos a favor de los demás para remediar sus males, y a favor de la justicia ante quienes han sido víctimas de los malvados!

El Señor nos quiere como discípulos suyos no sólo escuchando su Palabra, sino poniéndola en práctica cuando vivimos cercanos a los demás y tratamos de ser para ellos un signo del amor misericordioso de Dios. Por eso le hemos de pedir a Dios que nos ayude para que no nos quedemos en una religión de prácticas religiosas, sino que demos el paso a una fe que nos identifique con Cristo en su entrega por nosotros. Que Él nos ayude a vivir nuestra fe de un modo totalmente comprometido.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 27ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 10,38-42. 
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". 
Comentario

Acudimos a la Eucaristía como fieles discípulos del Señor. Su Palabra, pronunciada sobre nosotros, no sólo nos instruye, sino que nos envía para que vayamos a los diversos ambientes de nuestro mundo y vivamos aquello de lo que aquí hemos sido testigos: que el Señor parte su pan para nosotros; que se ha puesto afanoso por nosotros para purificarnos, para hacernos dignos hijos de Dios y para conducirnos a la posesión de los bienes definitivos, pues nos ha preparado un banquete eterno. ¿Qué preparamos nosotros para los demás? 

¿Sólo vamos a alimentarnos del Señor, o a ser fortalecidos por Él e ir después a hacer con nuestro prójimo lo mismo que el Señor ha hecho por nosotros? Que la Eucaristía sea el momento de vivir a fondo nuestro compromiso con Cristo para colaborar con Él en su obra de salvación, que ofrece a la humanidad entera.

El Señor nos invita a no separar acción de oración, ni oración de acción. Conocemos los males que azotan grandes sectores de la humanidad; reconocemos el trabajo de muchos que trabajan a favor de una vida mejor y más justa para los demás. Ante estas realidades nos acercamos al Señor como discípulos para conocer sus caminos; para dejarnos penetrar por su entrega a favor de los demás; para hacer nuestra su Vida y su Espíritu, y para meter la mano en la solución de aquello que esclaviza al hombre, no generando luchas fratricidas, sino generando una vida más justa, una economía que no sólo vele por los intereses de los poderosos, sino también por los intereses de los trabajadores, cuyas familias muchas veces viven desprotegidas, faltas de todo. 

Entonces no sólo se vivirá un paternalismo, entregando ayuda a los pobres, sino que se vivirá la comunión fraterna, compartiendo lo nuestro con las clases más desprotegidas. Escoger la parte mejor significa convertirse en discípulo de Cristo para después actuar como testigo suyo en las realidades concretas de cada día.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de vivir nuestra fe en una sincera relación de amor con Él, pero también en un servicio amoroso y fraterno a nuestro prójimo. Amén.

Homiliacatolica.com