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jueves, 7 de octubre de 2010

Jesús destaca misericordia del Padre y eficacia de la oración

¡Amor y paz!

Jesús no queda satisfecho con enseñarnos a orar --con el modelo del padrenuestro y con su propio ejemplo— sino que hoy nos insiste en la gran misericordia de Dios Padre y la eficacia que tiene la oración de petición.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Lucas 11,5-13.

Jesús agregó: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle', y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan".
Comentario

a) Siguiendo con su enseñanza sobre la oración -anteayer la escucha de la palabra, ayer el Padrenuestro-, hoy nos propone Jesús dos pequeños apólogos tomados de la vida familiar: el del amigo impertinente y el del padre que escucha las peticiones de su hijo.

En los dos, nos asegura que Dios atenderá nuestra oración. Si lo hace el amigo, al menos por la insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, ¡cuánto más no hará Dios con los que le piden algo! Jesús nos asegura: "vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden", o sea, nos dará lo mejor, su Espíritu, la plenitud de todo lo que le podemos pedir nosotros.

b) Jesús nos invita a perseverar en nuestra oración, a dirigir confiadamente nuestras súplicas al Padre. Y nos asegura que nuestra oración será siempre eficaz, será siempre escuchada: "si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial...?".

La eficacia consiste en que Dios siempre escucha. Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque todo lo bueno que podamos pedir ya lo está pensando antes él, que quiere nuestro bien más que nosotros mismos. Es como cuando salimos a tomar el aire o nos ponemos al sol o nos damos un baño en el mar: nosotros nos ponemos en marcha con esa intención, pero el aire y el sol y el agua ya estaban allí. Cuando le pedimos a Dios que nos ayude -manifestando así nuestra debilidad y nuestra confianza de hijos-, nos ponemos en sintonía con sus deseos, que son previos a los nuestros.

Lucas tiene una variante expresiva: Dios nos concederá su Espíritu Santo. Nos concederá el bien pleno que él nos prepara, no necesariamente el que nosotros pedimos, que suele ser muy parcial. Es como cuando Jesús pidió que "pasara de él este cáliz", o sea, ser liberado de la muerte. En efecto, dice la Carta a los Hebreos (Hb 5,7) que "fue escuchado", pero fue liberado de la muerte a través de ella, después de experimentarla, no antes. Y así se convirtió en causa de salvación para toda la humanidad. No sabemos cómo cumplirá Dios nuestras peticiones. Lo que sí sabemos -nos lo asegura Jesús- es que nos escucha como un Padre a sus hijos.

Podríamos leer hoy unas páginas del Catecismo que nos pueden ayudar a entender en qué consiste la eficacia de nuestra oración. Son las que dedica al "combate de la oración", describiendo las objeciones a la oración en el mundo de hoy, por ejemplo las "quejas por la oración no escuchada", a la vez que invita a orar con confianza y perseverancia (números 2725-2745).

J. Aldazábal
Enséñame tus caminos 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 154-157

www.mercaba.org

martes, 5 de octubre de 2010

¡Gracias te damos, oh Dios, por tu inmensa bondad!

¡Amor y paz!

Hoy celebramos litúrgicamente una jornada de acción de gracias a Dios por los favores que nos ha hecho. Es un reconocimiento de hijos agradecidos a nuestro Padre celestial.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes en que la Iglesia celebra las Témporas de Oración de Acción de Gracias.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 7,7-11.

Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!

Comentario

Señor, gracias, por nuestra vida.
Señor , gracias, por la ilusión.
Y gracias, por la esperanza que anida en el corazón.

Sea para ti, Señor, la gloria,
para ti el esplendor, la majestad.
Canten su acción gracias cielo y tierra, por ser obra de tu amor.

Las témporas son días en que la Iglesia convida a sus fieles a ser agradecidos: agradecidos al Dios de la vida, de las cosechas, del trabajo, de las viñas, de la fecundidad ...

No hay cosa más propia de unas criaturas que agradecer, admiradas, todo lo positivo que contemplan sus ojos: las mieses, los hijos, la cultura, la familia, la paz, la vida; y, al mismo tiempo, nada más propio que elevar la súplica del pobre y desvalido, para nunca falte lo necesario a los hermanos que sufren, lloran, pasan hambre...

Todas las religiones, de una u otra forma, han querido tener propicios a sus dioses, y por ello les han ofrecido sus pequeños dones, e incluso a veces sacrificios de víctimas cruentas.

Nosotros, cristianos, que hemos conocido el rostro amable de Dios Padre en su Hijo encarnado, hagamos la ofrenda de nosotros mismos comprometiéndonos en fidelidad, a través de la liturgia de alabanza, adoración y súplica. Pongamos cada uno en el platillo de la ofrenda todos aquellos motivos por los que nos inclinamos, reverentes, a proclamarle Señor, Padre y Rey, y depositemos en el otro las miserias de nuestras ingratitudes pasadas para que Él las queme en la hoguera de su amor misericordioso.

ORACIÓN:

Te damos gracias, de todo corazón, porque eres bueno; porque eres Padre; porque tienes entrañas colmadas de piedad; porque nos das el agua y la sed, el hambre y el pan, el trabajo duro y la cosecha que lo premia, la gracia de ser leales y el perdón por no serlo. Quédate siempre con nosotros y déjanos sentir tu presencia. Amén.

www.mercaba.org