¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ª semana de Adviento.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Mateo 11,11-15.
Jesús dijo a la multitud: "Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo. Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. ¡El que tenga oídos, que oiga!"
Comentario
1. La grandeza del
Bautista
1.1 Llama nuestra atención
que Jesús haga un elogio de alguien. No es algo frecuente en los Evangelios. Y
no es poco lo que dice: "nadie mayor...".
1.2 Ahora bien, la
traducción incluida en esta página dice: "no ha surgido entre los hombres
nadie mayor que Juan el Bautista", pero está más cercano al texto original
este otro modo: "entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor
que Juan el Bautista". En efecto, la expresión "nacidos de
mujer" equivale materialmente hablando a "los hombres, los seres
humanos", pero tiene también una connotación que no debemos perder:
"lo que puede dar una mujer a este mundo; lo que la carne y la sangre
pueden dar a esta tierra; lo que puede lograr el ser humano desde sus propias
fuerzas".
1.3 Y el sentido del texto
sería: "lo más grande que puede esperarse del ser humano, por sus propias
fuerzas, es la inmensa honestidad y la carga de verdad que brilla en Juan, el
Bautista". Eso explica lo que sigue: "sin embargo, el más pequeño en
el Reino de los cielos es mayor que él". Juan es el gran "nacido de
mujer, nacido de la carne y la sangre"; en cambio, lo que nace para el
Reino, no nace de la carne y la sangre (cf. Jn 1,13). Se anuncia aquí el
misterio del nuevo nacimiento, que sólo se hace posible por la gracia de Cristo,
y que es imposible por el sólo arrepentimiento y la conciencia de la indigencia
humana.
2. El Reino de Dios sufre
violencia
2.1 No hay acuerdo entre
los estudiosos sobre el sentido de los versículos que siguen en el evangelio de
hoy. El Reino de los Cielos "sufre violencia". No tengamos temor de
entrar un poco e la cuestión del texto, pues para ello se ofrecen estas
reflexiones por escrito, dando tiempo a todos a leer y comprender a su propio
ritmo.
2.2 El verbo difícil aquí
es "biazetai", que puede estar en voz pasiva o en voz media, es
decir, reflexiva. En el primer caso, el sentido sería que la gente violenta se
vuelve en contra del Reino o trata de apoderarse del Reino de Dios, cosa que
tiene sentido. En el segundo caso, el sentido sería que el Reino "se da,
experimenta" violencia, es decir, tiene que abrirse paso con su propio
poder y venciendo a los poderes de este mundo. Esto segundo también es una
enseñanza que podemos aprovechar.
2.3 Ahora bien, Jesús da
unos límites a ese verbo. Dice: "desde que apareció Juan el Bautista hasta
ahora". Si el sentido fuera que el Reino se abre paso sólo como a la
fuerza, no se ve por qué ese límite temporal. Probablemente el sentido de la
expresión de Cristo es: "en los términos de la predicación y la vida de Juan
sólo es posible entrar al Reino de Dios por un acto de rompimiento, una especie
de violencia". Y en efecto, la vida misma del Bautista fue eso: un acto de
ruptura, como violenta protesta contra toda la mentira del pueblo y sus
dirigentes. Si uno mira a Juan y pretende entrar al Reino de Dios basándose
sólo en las palabras y el ejemplo de Juan sólo puede sacar una conclusión:
"tengo que romper con todo para ser fiel a Dios". Esta forma de
"violencia" es la única posibilidad que queda abierta si miramos la
santidad desmesurada de este asceta gigantesco, el Bautista, que, sin embargo,
tuvo discípulos.
2.4 Esta entrada
"violenta" era lo único que había "hasta ahora". En efecto,
con la llegada de Cristo hay una nueva lógica, una nueva posibilidad de ingreso
y posesión del Reino, a través de la fe, la gracia, la efusión del Espíritu Santo
y las obras nuevas que de allí nacen. ¡Bendito Dios!
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