martes, 8 de octubre de 2013

Sólo una cosa es necesaria: escuchar a Jesús

¡Amor y paz!

Todos tenemos un sinnúmero de actividades diariamente. Unas más importantes que otras. De las primeras, de seguro, derivamos nuestro sustento, o tienen que ver con el estudio y a lo mejor con la marcha del hogar. Otras actividades son de pronto menos urgentes y pueden relacionarse con la recreación o el descanso, pero en esta época cada vez es menor el tiempo que les dedicamos. En fin, vivimos ocupados. Sin embargo, sí nos lo proponemos, algún tiempo en el día se lo podemos dedicar a la oración, a la lectura y escucha de la Palabra de Dios.

El Evangelio nos relata hoy el episodio de Marta y María que son visitadas por Jesús, que va camino de Jerusalén. Pocas veces pueden tener a un huésped como el Señor, pero cada una de las hermanas actúa de manera diferente. La una se esmera en atender las cosas materiales; la otra se sienta a los pies de Jesús, en actitud de discípula, y lo escucha atentamente.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Lucas 10,38-42. 
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada". 
Comentario

A veces, Jesús recomienda claramente la caridad, el servicio a los demás, como ayer, con la parábola del samaritano.

Otras, como hoy, destacan la actitud de fe y de escucha. A los doce apóstoles, y luego a los setenta y dos, les había recomendado que no tuvieran demasiadas preocupaciones materiales, sino que se centraran en lo esencial, la predicación del Reino. Otras veces nos dice que busquemos el Reino de Dios, que todo lo demás se nos dará por añadidura.

Cuando quiso enseñarnos quiénes eran ahora su madre y sus hermanos, recordamos lo que dijo: "los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica".

Lo cual quiere decir que no pueden ser opuestas las dos actitudes: la de la caridad detallista y la de la oración y la escucha. Sino complementarias. Hemos de ser hospitalarios, pero también discípulos. Con tiempo para los demás, pero también para nosotros mismos y para Dios. Y al revés: con oración, pero también con acción y entrega concreta.

Cada cristiano -no sólo los monjes o sacerdotes- debe saber conjugar las dos dimensiones: la oración y el trabajo servicial. ¿Cuál es el aspecto que yo descuido? ¿Me refugio tal vez en la meditación y luego no doy golpe? ¿O me dedico a un activismo ansioso y descuido los momentos de oración? ¿Soy sólo Marta, o sólo María? ¿No debería unir las dos cosas?

El mismo Jesús, cuyo horario de trabajo difícilmente igualaremos, buscaba momentos de oración personal -además de la comunitaria, en el templo o en la sinagoga- para orar a su Padre, dejando por unas horas su dedicación explícita a los enfermos o a los discípulos.

Nuestro trabajo no puede ser bueno si no tiene raíces, si no estamos en contacto con Dios, si no se basa en la escucha de su Palabra. Jesús no desautoriza el amor de Marta, pero sí le da una lección de que no tiene que vivir en excesivo ajetreo: debe encontrar tiempo para la escucha de la fe y la oración.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 19976. Págs. 145-149