lunes, 17 de enero de 2011

Jesús le da sentido a las prácticas religiosas

¡Amor y paz!

Nos encontramos con un tercer motivo de enfrentamiento de Jesús con los fariseos: después del perdón de los pecados y la elección de un publicano, ahora murmuran porque los discípulos de Jesús no ayunan. Los argumentos suelen ser más bien flojos. Pero muestran la oposición creciente de sus enemigos.

Los judíos ayunaban dos veces por semana -los lunes y jueves- dando a esta práctica un tono de espera mesiánica. También el ayuno del Bautista y sus discípulos apuntaba a la preparación de la venida del Mestas. Ahora que ha llegado ya, Jesús les dice que no tiene sentido dar tanta importancia al ayuno (J.A.).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 2ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,18-22. 
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".
Comentario
La práctica religiosa tiene como finalidad manifestar la importancia que asume la presencia de Dios en la vida de los hombres que con él se relacionan. Sin embargo, junto a una relación adecuada pueden coexistir en ella elementos que conducen a la persona religiosa a egoísmos mayores que impiden dicha comunicación.

Estos egoísmos se manifiestan cuando, a causa de la práctica de la religiosidad, concebimos a Dios como aquel que viene a concedernos razón frente a los comportamientos y prácticas diversas de las nuestras que tienen nuestros semejantes.

Jesús nos exige el abandono de esta imagen de Dios, justificadora de los egoísmos particulares, y nos invita a su purificación colocándola en el marco de la misericordia divina que exige una amplia apertura de aceptación en la relación con nuestros semejantes. Sólo desde allí puede ser entendida correctamente nuestra relación con el Señor de todos.

Esta misericordia hace que nuestra religiosidad deba ser expresada por prácticas que se enraizan en motivaciones diferentes a las mencionadas. La nostalgia de Dios sólo puede tener una expresión adecuada por medio de una nostalgia que tiene su fundamento en el hecho de que los hermanos no puedan estar presentes en su fiesta.

El novio arrebatado de la fiesta es Jesús; pero es también todo hombre que, como él, ha sido arrancado de ella por el egoísmo de sus hermanos. El ayuno tiene, entonces, sentido desde la solidaridad con Jesús y con los crucificados de este mundo en que todavía no se puede manifestar plenamente la presencia del Dios de la misericordia y del perdón.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).