jueves, 29 de julio de 2010

Ahora, buenos y malos están mezclados, pero…

¡Amor y paz!

La última parábola, la de la red, sólo la encontramos en el evangelio de Mateo y puede sintetizarse su mensaje en que, por el momento, buenos y malos están mezclados, pero vendrá el juicio que los separará.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la XVII Semana del Tiempo Ordinario.

Hoy celebra la Iglesia la memoria de Santa Marta. Era hermana de María y de Lázaro; cuando hospedó al Señor en su casa de Betania, se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano. Que ella interceda por nosotros ante Dios Nuestro Señor.

Dios los bendiga…

Mateo 13: 47 - 53

«También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.»Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.»Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

Comentario

a) La de hoy es la última parábola de la serie, y resulta muy parecida a la de la cizaña.
Esta vez, la imagen está tomada, no del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.
Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.

b) De nuevo parece como si se nos quisiera disuadir de la idea de una Iglesia pura. Por el Bautismo hemos entrado en la comunidad de Jesús muchas personas. Pero no tenemos que creer que es comunidad de perfectos, sino también de pecadores.

El mismo Jesús trata con los pecadores, les dirige su palabra, les da tiempo, les invita, no les obliga a la conversión o a seguirle. También ahora en su Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Jesús se esfuerza por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no ha venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos.

¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras? ¿Ante la situación de un mundo desorientado? ¿Les damos un margen de rehabilitación? ¿O nos portamos tan drásticamente como los que querían arrancar en seguida la cizaña?

Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús tiene otro estilo y otro ritmo.

Ojalá, después de todas estas parábolas, podamos decir, como los oyentes de Jesús -no sabemos si con mucha razón- que sí le habían entendido. Que hemos captado la intención de cada una de ellas y nos disponemos a corregir nuestras desviaciones y ponernos en la dirección que él quiere.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 207-210