jueves, 22 de julio de 2010

Todos tenemos derecho a cambiar de vida y seguir a Jesús

¡Amor y paz!

Al terminar julio, se celebran las memorias de grandes santos: hoy, la de María Magdalena; el 26, San Joaquín y Santa Ana, padre de la Virgen María; el 29, Santa Marta y el 31, San Ignacio de Loyola.

La memoria de María Magdalena está asociada indisolublemente a la de la resurrección de Jesús, pues ella fue, como leemos hoy en el evangelio, y como testimonian los otros evangelistas, la primera que llevó a los discípulos la gran noticia del hallazgo de la tumba vacía donde había sido colocado el cuerpo sin vida del Señor. En épocas distintas de la historia de la Iglesia se ha manifestado fuertemente la admiración por esta mujer, que de pecadora se hizo penitente y santa.

María Magdalena representa el derecho y la oportunidad que todos tenemos de convertirnos, de cambiar de vida y de ser luego pregoneros del triunfo del Señor Jesús sobre el pecado y sobre la muerte.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 20,1.11-18.

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Comentario

¿Quién no tiene en sus pupilas una hermosa cabellera rubia que decora el bello rostro de la Magdalena que pintaron nuestros artistas? Magdalena era, según la tradición, mujer inquieta, sumamente afectiva, insaciable en el amor, mujer de contrastes.

Pasó de enferma, poseída por siete demonios (Lc 8, 2), a gozar de buena salud. Abandonó una vida de placer, alejada de Dios, y se hizo discípula de Jesús. Atesoró perfumes que le atrajeran clientes sedientos de placer, y un día rompió el frasco más valioso para perfumar los pies cansados de Jesús.

Demos gracias a Dios por esta obra de la gracia. Él, Dios, abriendo caminos de conversión, hizo de una pública pecadora una santa; de una cortesana que vendía en Magdala sus favores, una celosa servidora de Jesús y del Evangelio; de una codiciosa y licenciosa apasionada, una incondicional discípula del Señor, una heroína presta a acompañar a la Virgen en la cumbre del Calvario donde su Hijo era crucificado.

¿Quién ha visto mayor cambio que el de Magdalena en la dirección del amor? Manteniendo igual su fogosidad y entrega, hizo del vivir para sí un tránsito feliz al vivir para los demás; hizo de una vida pecadora, otra vida en santidad…

DOMINICOS 2003
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