viernes, 21 de agosto de 2009

LO FUNDAMENTAL: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

¡Amor y paz!

Tal vez no haya hoy palabra más manoseada y desvirtuada que el amor. Los medios de comunicación, la publicidad, las novelas, los políticos, las canciones nos hablan de ella, pero muchas veces ese noble sentimiento es desnaturalizado como el café, ahora descafeinado; la leche, deslactosada; el dulce, desazucarado; la espiritualidad, descristianizada.

El mandamiento del amor estaba ya en el Antiguo Testamento, mas no se vinculaba el amar a Dios con el amar al prójimo, y entonces también hoy se dan casos de personas que dicen amar a Dios pero no tienen la generosidad de amar al prójimo; o de muchos filántropos que hacen buenas obras en favor de la humanidad, pero que dicen no amar a Dios.

Cristo relaciona estrechamente el amar a Dios y al prójimo, sobre todo mediante la prueba cumbre de amor redentor que constituye su sacrificio en la cruz. Y es que los dos maderos entrelazados expresan, --incluso como símbolo-- el amor a Dios (vertical) y el amor a los hermanos (horizontal).

Los invito a leer y meditar el Evangelio, en este viernes de la 20ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 22,34-40.

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

COMENTARIO

a) Fue buena idea la de preguntar a Jesús cuál es el mandamiento principal. Porque los judíos contaban hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.

La respuesta de Jesús es clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».

b) Lo principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial.

También nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos. Pero Jesús nos enseña dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el Código actual (1983), en su último canon, hablando del sistema a seguir para el traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).

¿Puedo decir, cuando me examino al final de cada jornada o en los días de retiro, que mi vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que me caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, mi egoísmo y la falta de amor?

San Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley... todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo... Seremos examinados del amor.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 295-298
http://www.mercaba.org/