viernes, 7 de agosto de 2009

¿DE QUÉ LE SERVIRÁ AL HOMBRE GANAR EL MUNDO ENTERO SI PIERDE SU VIDA?

¡Amor y paz!

Ayer nos anticipábamos a lo que será hoy (Viernes 18º. del tiempo ordinario) el mensaje central del Evangelio. En efecto, Jesús acababa de predecir su pasión (16,21) y había regañado a Pedro (16,23) porque pretendía apartarlo de la voluntad del Padre. Ahora, no nos llama a engaño y nos habla de las condiciones para seguirlo. Utiliza los verbos “renunciar”, “tomar la cruz”, “seguir”, “perder la vida”, que son matices de la realidad que nos propone asumir.

Si queremos seguir a Jesús, debemos renunciar decididamente a todo lo que se interponga entre nosotros y Él, para así poder compartir su mismo destino que, pasa por la cruz, pero que no culmina allí sino en la resurrección.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 16,24-28.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino".

COMENTARIO

Jesús, a partir de cierto momento, pone en evidencia la difícil situación que les espera al llegar a Jerusalén y va descubriendo con sus discípulos las claves que le permiten develar el significado de todo el camino recorrido. Insiste en este tema porque las pretensiones mesiánicas de los discípulos, especialmente de Pedro, se habían convertido en un verdadero tropiezo para la misión. Jesús, entonces, pone los puntos sobre las íes y vuelve continuamente sobre el tema de las exigencias del discípulo para evitar que quienes lo sigan se engañen.

Las exigencias parten de una renuncia radical y primera a las propias ambiciones. El auténtico discípulo no puede anteponer sus intereses a la urgencia del Reino porque estaría en el plan de la mentalidad vigente que consiste en buscar seguridades y prebendas personales. Esto es lo que significa "ganar el mundo", empeñar la propia persona en un sinnúmero de empresas que supuestamente le reportarán la felicidad de ésta vida y de la otra. La realidad, sin embargo, es otra. Los que ganan este mundo pierden su propia vida.

El camino del Maestro se convierte, entonces, en el destino del discípulo. Si el maestro ha renegado de sí mismo y ha cargado con la cruz, el discípulo no puede suavizar su opción: o con el Maestro o sin él. Desde ese momento el discípulo se abre completamente a la novedad de Dios y, a la vez, acepta el conflicto que lo enfrentará a la mentalidad vigente.

Con frecuencia nos enfrentamos con timidez a nuestras propias opciones. Somos discípulos que en lo profundo del corazón, a veces incluso de un modo simplemente inconsciente, alimentamos mesianismos triunfalistas y exitosos. Por eso, vamos por la vida haciendo tratos y contratos que nos permiten evadir los compromisos que hemos asumido. Vale la pena preguntarnos: ¿qué deberíamos cambiar para ser más auténticos discípulos?

Servicio Bíblico Latinoamericano
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